Allanaron la casa del amigo de Centeno que entregó las anotaciones
En el marco del expediente que investiga las irregularidades en la escritura del remisero, el peritaje planteó sospechas sobre que podría ser la persona que manipuló los anotadores
El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi ordenó este viernes allanar la casa de Jorge Bacigalupo, el amigo del remisero Oscar Centeno. Esta fue la persona que tuvo bajo su custodia los anotadores que escribía el chofer de Roberto Baratta y quien se los entregó al periodista de La Nación Diego Cabot, quien más tarde se presentó ante el fiscal Carlos Stornelli para dar inicio a lo que después sería conocida como la causa de los cuadernos, en donde Cristina Kirchner quedó acusada de ser la jefa de una asociación ilícita que recaudó coimas entre los principales empresarios del país.
El policía estaba en su vivienda cuando llegaron los efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Allí secuestraron manuscritos, agenda, una tablet y dos celulares para ser analizados,
La orden de allanamiento se llevó a cabo debido a que el juez Martínez de Giorgi investiga las irregularidades denunciadas por el empresario Armando Loson en las hojas que aludían a él. Un peritaje caligráfico ya determinó que hubo otras manos que escribieron los cuadernos además de las de Centeno. La pregunta es quién más manipuló los anotadores. El juez dispuso analizar los registros caligráficos oficiales de Hilda Horowitz, la ex mujer de Centeno, y de Bacigalupo, el amigo de Centeno.
Mientras que el análisis sobre la letra de la mujer dio negativo, el estudio sobre la letra de Bacigalupo abrió las sospechas. “No puede descartarse una posible participación del nombrado en las alteraciones y/o modificaciones de los manuscritos cuestionados, cuya sospecha habilita a indagar en la recolección de otras pruebas válidas para el éxito de la investigación”, sostuvo el informe.
Ante esto, el juez Martínez de Giorgi dispuso allanar la casa de Bacigalupo, en la calle Moldes en el barrio de Belgrano, para secuestrar “todo tipo de anotaciones, manuscritos en original o copia” y “dispositivos electrónicos (teléfonos, celulares, notebook, tablets, computadoras, pendrives, tarjetas de memoria, micro SD, discos rígidos, discos externos, aparato electrónico, informático y/o digital, como cualquier otro dispositivo que permita -entre otras funciones- almacenar datos y registrar información que hubiere en el lugar”.
El informe también reseñó que en una de las imágenes es posible “corrorborar que discrepan ampliamente las características de la forma y formación respecto de las restantes producciones manuscritas, procediendo ambos grupos de diferentes manos autoras”. También indicó un inesperado cambio en la velocidad de la escritura con que se escribieron los primeros cuadernos y los últimos.” Es por eso que surgió la sospecha de un “dictado” en el entorno de Loson.
Aún no se sabe quién hizo estas manipulaciones en los cuadernos. Eso es lo que se puso a buscar Martínez de Giorgi, a pedido del abogado de Loson, Carlos Vela.
Se sabe que se ordenó una practicar un examen pericial caligráfico, tomando como indubitables los elementos digitales aportados por el Tribunal Oral Federal 7, los que fueron confrontados con aquellos pertenecientes a Hilda Horovitz, y a Jorge José Bacigalupo, quien habría sido la persona que tuvo en custodia los cuadernos originales.
“Las conclusiones a las que recientemente arribó el personal de la División Scopometría de la Policía Federal Argentina, descartó la intervención de Hilda Horowitz, sobre los manuscritos. Sin embargo, en lo que atañe a Jorge José Bacigalupo, los especialistas no pudieron afirmar con certeza, ni descartar su intervención”, sostuvo el juez.
“Si bien se han advertido entre los grafismos indubitables del Sr. Jorge José Bacigalupo y las escrituras individualizadas como labores de agregados y enmiendas ciertas similitudes de relevancia pericial, al no cumplir cabalmente los patrones genuinos con los requisitos intrínsecamente indispensables para la correcta y eficiente valoración, sumado a las limitaciones expuestas para el material dubitado aportado en soporte digital, las mismas resultan insuficientes en calidad y en cantidad para determinar categóricamente si corresponden o no al puño escritor del nombrado”, revelaron los expertos.
El juez repasó la información suministrada oportunamente por la Administración Federal de Ingresos Públicos, que le informó que “Bacigalupo no tiene otros registros laborales -ni del sector público, ni privado- cuya información permitiría acceder y contar con indubitables para elaborar conclusiones determinantes en el examen pericial caligráfico, en uno u otro sentido, ameritan la búsqueda” de otros anotaciones y manuscritos que permitan verificar. En ese razonamiento, el juez dispuso allanar la casa de Bacigalupo.