Juana de Arco, una heroína de 19 años
A 610 años del nacimiento de la doncella de Orleans.
Nació el 6 de enero de 1412, en Domrémy, comuna situada en la región de la Lorena, en Francia. Es un pequeño poblado, que actualmente tiene cerca de 200 habitantes.
Su padre se llamaba Jacques Darc y era campesino. Su madre, muy devota de la Virgen María, tal vez haya servido de influencia para esa niña que prontamente en su pre adolescencia comenzó a recibir mensajes celestiales.
Se llamaba Jeanne Darc y la conocemos como Juana de Arco.
Francia vivía permanentemente envuelta en conflictos bélicos. Atravesaba la Guerra de los Cien Años con Inglaterra y una guerra civil interna por el trono.
La niña Juana vivía muy intensamente esos sucesos bélicos y políticos, y eso que no existían los noticieros de televisión.
A los 13 años comenzó su relación con las voces de la divinidad. Según cuentan, esas voces le encomendaron salvar a Francia del invasor inglés y llevar a Carlos de Valois al trono en Francia.
Eran voces con la vara alta. Nada de “estudiá y portáte bien”. “Salvá a Francia y coroná a un rey”.
En 1429 se puso en contacto con Carlos de Valois y logró vencer el recelo de su condición de mujer y de campesina. Se convirtió en caballero (en dama) de armas.
Sin la más mínima noción previa de estrategia militar, Juana de Arco demostró tanta valentía y tanto sentido de la táctica que su espíritu inspiró a todo el ejército francés a creer que podían derrotar al enemigo inglés.
Tenía 17 años de edad.
Y al mando del ejército, liberó a la ciudad de Orleáns en menos de una semana.
Una hazaña registrada el 27 de abril de 1429.
A partir de allí sería la Doncella de Orleans.
Carlos de Valois, gracias a este triunfo, se convirtió en el rey Carlos Séptimo.
Juana le pidió apoyo para completar su campaña, estimulada por nuevas revelaciones que la impulsaban a continuar su misión. Pero (la araña que salvaste te picó, que vas a hacer) Carlos y sus consejeros prefirieron la negociación a la guerra y se desentendieron de la joven.
En 1430, Juana intentó reanudar la ofensiva, pero fue capturada por los borgoñeses, que eran aliados de Inglaterra. La vendieron a los británicos y fue llevada a Rouen para ser sometida a un proceso de inquisición acusada de “herejía”.
El desagradecido de Carlos 7 pudo haberla salvado, pero se hizo el distraído.
En medio de este proceso, Juana negó haber matado a alguien y negó odiar a Inglaterra, insistiendo en señalar a Dios como el encargado de determinar sus actos.
El lema era “Dios, Patria y Rey”, porque para ella su lucha era una guerra santa, era liberar a Francia por el pedido de la palabra de Dios.
“He venido aquí en el nombre de Dios, Rey del Cielo, para arrojaros fuera de Francia, contra todos los que quisieran traerle la traición”.
Volvamos al juicio.
Fue un juicio carente de toda garantía legal.
Juana se había transformado en un enemigo para Inglaterra y allí la querían muerta. Terminar con esa leyenda que se estaba forjando significaba un duro golpe anímico para las milicias francesas y para las ansias de libertad del pueblo, que a esa altura ya la veneraba como a una santa.
Juana de Arco permaneció confinada en una prisión, custodiada por hombres y sin abogado defensor.
Los interrogatorios se extendieron durante un mes y a pesar de los aprietes que recibía, respondió absolutamente todo con un notable sentido común y una inquebrantable fe.
¿Cómo se resolvió la cosa?
El tribunal concluyó que las voces celestiales que Juana decía oír eran falsas. Y si no se retractaba, la esperaba la hoguera.
El 23 de mayo de 1431 ella firmó una retractación, volvió a la cárcel vestida de hombre, pero pronto encontraron nuevos caminos para volver a inculparla. Y fue condenada por relapsa, hereje reincidente.
En verdad los cargos contra ella llegaban a setenta, desde brujería hasta robo de caballos, pasando por un delito insólito: vestirse de hombre.
El 30 de mayo de 1431, Juana de Arco murió envuelta en llamas en la Plaza del Mercado Viejo de Rouen.
En ese mismo instante se convertía en la primera mártir de la patria en Francia.
En la gran heroína de la nación.
Tras su muerte, aparecieron varios dobles, mujeres que se hacían pasar por ella.
Una de esas dobles estuvo “construida” por algunos de sus familiares, que dijeron que Juana había escapado de sus captores y la pasearon por algunos parajes haciéndose de cientos de regalos.
Hay gente para todo.
Juana de Arco fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920.
Tuvo una historia larga para una vida corta.
Aquel día de la hoguera, cuando el fuego inglés se llevó su vida, Juana tenía apenas 19 años.