El ejemplar, del cual se hallaron huesos como para armar una pata completa, medía unos 50 centímetros de longitud y unos 20 de altura y es el más antiguo de los alvarezsáuridos conocidos, un particular grupo de dinosaurios carnívoros emparentados con las aves del que hasta ahora se contaba con animales de 25 millones de años.



“Es importante porque algunas características muestran que la forma básica de estos animales ya estaba 25 millones de años antes, y además que esos bichos estaban en Argentina, no vinieron de otro lado porque en ese momento la región estaba aislada del hemisferio norte”, por lo cual se pueden hallar ejemplares de mayor antigüedad aún, dijo Apesteguía a Télam.



El hallazgo fue realizado por el equipo de exploración de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, en la Universidad Maimónides, y el estadounidense Field Museum de Chicago, con el liderazgo de Apesteguía, investigador adjunto del Conicet, y el paleontólogo danés residente en Chicago Peter Makovicky; Federico Gianechini se sumó posteriormente al estudio del ejemplar.



El nombre Alnashetri proviene del idioma gennaken (o Günün-a-künna), dialecto septentrional de los antiguos pobladores tehuelches de las estepas rionegrinas, y significa exactamente “muslos flacos”.



“Alnashetri” coincidió en la época de los más grandes dinosaurios conocidos, como el carnívoro Gigantosaurus, y apenas un poco antes del herbívoro Argentinosaurus, y su apariencia puede apreciarse a través de la reconstrucción realizada por el técnico Alejandro Navarro y las ilustraciones del paleoartista Jorge González.



Apesteguía contó que por cada mes al año que los investigadores están en el campo y hallan una pieza, pasan cinco años de estudio y descripción para clasificarla en una familia.



Tras el hallazgo de “una pieza chica, se les hace copias en plástico a los huesos originales, para no andar toqueteándolos y devolverlos al museo de la región -en el caso de `Alnashetri`, al de Cipolletti-; luego se estudia y compara, se describe con las fotos y el material duplicado, y se viaja para ver ejemplares en otros lugares del mundo“.



La zona donde afloran rocas de unos 95 millones de años de antigüedad conocidas como Formación Candeleros ya brindó una larga lista de hallazgos, como reptiles esfenodontes (en 2003), dinosaurios carnívoros (Buitreraptor gonzalezorum, 2005), dinosaurios herbívoros, peces y cocodrilos terrestres (2005), serpientes con patas (2006) y mamíferos (Cronopio dentiacutus, 2011).



La Buitrera es un cañón en medio del desierto, un increíble sitio fosilífero cercano a la localidad rionegrina de Cerro Policía surcado por antiguos ríos que hace millones de años desaguaban hacia el Pacífico, ya que por entonces la Cordillera no existía: la zona apenas comenzaba a tener actividad volcánica y a levantarse de a poco.



“Nosotros buscamos el lugar donde habían hecho en 1922 una expedición Walther Schiller y Santiago Roth, del Museo de La Plata", en una zona actualmente propiedad de Raúl Avelás, un criancero de la zona, contó Apesteguía.



En la crónica estaba nombrado el rancho de Avila o Los alamitos, pero el lugar había cambiado de dueño varias veces y por entonces, en 1999, se llamaba El manzano.



Los exploradores, relató Apesteguía, fueron recibidos “por una señora, Filomena Avila, que ahora tiene 103 años, y nos dijo que no sabían nada de que hubieran huesos por la zona, así que seguimos explorando, buscando el permiso de los dueños de los campos para entrar”.



“Como volvíamos periódicamente por El Manzano, nos llamaron y nos dijeron que sí sabían: `Mamá fue guía de la expedición en 1922`”, siendo una niña, dijeron los hijos de la mujer", agregó.



“Lo que pasa es que había mucho contrabando de fósiles para coleccionistas del Exterior, y ellos no querían que se llevaran las cosas y se perdieran, haciendo un vaciado de la historia del país”, dijo Apesteguía acerca de los lugareños que se habían constituido en guardianes de un tesoro.



La mujer les dijo entonces cómo llegar y tres o cuatro días después dieron con el sitio gracias a un peón: “Don Parodi, de 76 años, que nos llevó al lugar preciso, lleno de huesos, y metió una mano en la arena y encontró un diente de cocodrilo antiguo”, relató Apesteguía, quien ya prepara la próxima expedición.