"Uno vive en una vorágine que muchas veces nos saca de eje y no nos permite disfrutar"
Protagoniza Lo que el Río Hace, junto a Paula, su hermana gemela. Se trata de una obra maravillosa, escrita entre ambas, que transcurre en la ciudad de Esquina, en Corrientes, y que busca explicaciones sobre el tiempo.
“Es maravilloso compartir el mismo personaje con Paula aprovechando el parecido físico que fue el disparador para empezar a escribir el texto”, dice María, cuando comienza a hablar sobre “Lo que el río hace”, la maravillosa obra que escribieron a cuatro manos, dirigen e interpretan las hermanas Marull.
Y agrega: “Amelia (el personaje central de la obra) es una mujer que se siente desbordada, que está atravesando una crisis quizás sin darse cuenta, atormentada por su vida cotidiana, desdibujada, desconectada de ella misma, de su esencia y al servicio de las exigencias cotidianas, la crianza de su hija, el trabajo que no entregó a tiempo…”
Con 12 nominaciones a los Premios ACE (Asociación de Cronistas del Espectáculo), entre ellos, “Mejor autor/autora”, “Mejor actriz protagónica en drama y/o Comedia dramática” y “Mejor Dirección”, es una de las obras más premiadas, aplaudidas y conmovedoras que se hayan visto en los últimos tiempos. María y Paula Marull interpretan el mismo personaje a lo largo de la obra, aprovechando el recurso físico que a su vez genera mucha curiosidad y atención en el espectador, que disfruta de una historia poética, dinámica y conmovedora.
La obra se estrenó en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín y fue una de las más destacadas en la temporada 2022 con entradas agotadas. Desde junio se la puede ver en el Teatro Astros de calle Corrientes, con funciones que van de miércoles a viernes y siguen llenando.
María Marull llega a horario y se acomoda en la mesita de un bar pintoresco de Belgrano para conversar con Canosa. Aún le quedan cosas por hacer, pero reconoce que hacer una pausa es necesario para seguir y no colapsar. Simpática, agradable y de buena escucha, silencia su celular para evitar distracciones, suspira y exclama: “Hablemos de lo que quieras”.
-¿Cómo arrancó el proyecto? ¿Las convocaron desde el Teatro San Martín? ¿Tuvieron que escribir la obra exclusivamente?
-Todo sucedió antes de la pandemia, nos habíamos encontrado con Jorge Telerman (director del Teatro San Martín) en un evento en la Embajada de Uruguay y, en una charla informal, nos propuso escribir una obra para que formara parte de la programación del teatro y nos interesó la propuesta. Si bien teníamos obras listas para entregar, prefirieron que escribiéramos una obra nueva, desde cero, porque ese año la programación del Complejo Teatral de Buenos Aires iba a tener como temática a la Argentina y era la primera vez que íbamos a trabajar en el teatro oficial con obra propia.
A partir de entonces, las Marull empezaron a pensar sobre qué escribir concretamente y todo giró en función de preguntas que ellas mismas se hacían respecto del tiempo. ¿El tiempo que no vivimos está guardado para nosotros en alguna parte? ¿Las palabras que no dijimos existen todavía? Las que no escuchamos, ¿se volverán a pronunciar para nosotros? ¿Adónde se esconde el tiempo? ¿Y si esa que fuimos existiera? ¿Si un día se nos presenta? ¿Si de tanto perseguirnos nos alcanza? Un sinfín de preguntas con y sin respuesta.
El escenario del cuento transcurre en la ciudad de Esquina, en la provincia de Corrientes, y la muerte del padre de Amelia, la obliga a regresar a su pueblo donde pasó su infancia. Nada es como lo recordaba, excepto el río, que la invitará a reconocerse en su reflejo o a sumergirse hasta tocar el fondo. Se trata de una obra que pone en primer plano el paisaje del Litoral argentino.
La obra ha recibido muchos galardones: Premio Talía, entregado por la Academia de las Artes Escénicas de España, como Mejor Espectáculo Latinoamericano; Premio Trinidad Guevara a “Mejor autoría 2023”, entre otros.
“La verdad es que siento que luchamos contra el paso del tiempo, pienso en qué hacemos para que el tiempo no pase, cómo lo aprovechamos, cómo hacer para conectarnos con los sentimientos, los recuerdos, los afectos…, uno vive en una vorágine que muchas veces nos saca de eje y no nos permite disfrutar: el celular, las distracciones, tener muchas ventanas abiertas en todo sentido, querer y tener que hacer mil cosas”, describe María, con la misma preocupación que le disparó el tema que hoy la ocupa y la deja pensando en voz alta.
Difícilmente quien pase por la vereda del Teatro Astros no se detenga a observar la cartelera iluminada donde se ven dos gemelas (María y Paula) vestidas igual, con camisas estampadas, el pelo recogido y mojado, ambas con la mitad del cuerpo sumergido en el río. La obra se completa con Mariano Saborido -que tiene un personaje desopilante-, William Prociuk, Mónica Raiola y Débora Zanolli. La música original, puesta de sonido y voz en off es de Antonio Tarragó Ros. Supervisada artísticamente por Javier Daulte y Mauricio Kartun, diseño de escenografía de Gonzalo Córdoba Estévez, iluminación de Adrián Grimozzi y vestuario de Jam Monti.
Recomendación personal: no pueden dejar de verla; es una obra necesaria, que alimenta el alma, emociona, conmueve y hace reír con las cosas más simples de la vida misma. Y en lo cotidiano, María confiesa que “el tiempo no me alcanza, siempre estoy haciendo cosas, me despierto y apenas abro el whatsapp tengo varios mensajes por responder, cosas pendientes, decisiones por tomar, material que tengo que leer o entregar”.
-¿Cómo es un día en tu vida, arrancás temprano, hacés actividad física, te tomás tu tiempo para bajar un par de cambios?
-Hago menos actividad física de lo que me gustaría, aunque estoy bastante conectada con Teté Salazar, que es una genia, y me enganché haciendo “biomecánica”, una actividad maravillosa que te vuelve a conectar con tu eje en todo sentido. Me ayudó mucho con lo postural y, como suelo tener contracturas que me complican, esa disciplina me relaja muchísimo. A veces la hago presencial y otras, por zoom. Tengo un parque enfrente de mi casa, así que muchas veces salgo a caminar. Y hoy por hoy me detengo a pensar en que lo que antes, al menos para mí, era perder el tiempo, hoy lo disfruto muchísimo.
-¿Te referís a las cosas simples, a esas que te generan pequeños momentos de felicidad?
-Ay, sí. Tomar un mate, charlar con una amiga, sentarme un buen rato al solcito en el balcón, escuchar la música que me gusta, o algún programa de radio. Estoy incorporando esos hábitos para conectarme conmigo, con cosas que me den placer, como charlar un ratito con mis hijas cuando llegan del colegio porque a las cinco de la tarde salgo para el teatro. Pequeños momentos de felicidad que no me quiero perder, aunque reconozco que me cuesta parar con el ritmo alocado de la ciudad, que me tiene de acá para allá, te soy sincera. ¿A vos te pasa, Canosa? ¿Tenés algún tip? Jajaja.
María comparte la vida con Damián Szifrón, director y guionista argentino, creador de la serie “Los Simuladores”, entre otros títulos destacados, con quien tiene dos hijas: Rosa de 14 años y Eva de 9. La pareja se maneja con perfil bajo, pero con la vara del amor elevada desde el día en que se vieron por primera vez.
-¿Qué te sigue enamorando de él? ¿Qué cosas comparten?
-Nos reímos mucho juntos y eso es fundamental para los dos, me encanta su manera de ver la vida, las cosas, sus puntos de vista son similares a los míos y eso lo compartimos profundamente; todo fluye con él. Nos acompañamos, nos queremos, nos respetamos, lo pasamos muy bien juntos, somos amigos, compinches. Los dos somos muy apasionados con nuestra profesión y no nos invadimos. En todos estos años no tuvimos la necesidad de preguntarnos por qué seguimos juntos, sencillamente porque nos elegimos todos los días, todo fluye, nos queremos y nos dejamos querer. Esa es la clave del amor, al menos para nosotros.
Explica todo con sencillez, quien en mayo acompañó a su marido a la 76ª Edición del Festival de Cannes, Francia, en donde Szifrón fue elegido para integrar el Jurado presidido por el realizador sueco Rubén Östrlund, al mismo tiempo que estrenaba su película “Misántropo”, filmada en Hollywood.
-Imaginá que por un momento estás en Corrientes, en medio de la naturaleza. ¿Con quién te sentarías a tomar unos ricos mates a la orilla del río?
-Uy, qué lindo sería, me emociona de solo pensarlo. Con mi abuela René, mi abuela materna, que falleció hace muchos años, pero fue muy importante para mí. Le gustaba mucho el arte, el teatro, escuchaba mucho a Les Luthiers. Era muy graciosa y ahora, de adulta, a veces pienso cómo me hubiera gustado escuchar sus puntos de vista de cosas que hago, charlar, contarle sobre mis hijas y reírnos juntas… tenerla por un rato sería un regalo para mí.