Estamos atravesando un día histórico. Es el primer paro nacional con movilización a Plaza de Mayo que está soportando el gobierno kirchnerista. Es cierto que se trata de una protesta acotada, donde participa una parte del movimiento obrero, pero es la primera vez en 9 años que la CGT encabezada por Hugo Moyano hace semejante convocatoria.
 
Es un dato de la realidad. Cuando una multitud marcha por las calles para reclamarle a sus gobernantes algo se modifica. Se mueve el tablero y se reacomoda el rompecabezas político. El escritor Luis Alberto Murray, amigo de Arturo Jauretche solía decir: “cuando la clase obrera se mueve, tiembla la tierra”. Son trabajadores organizados y en acción que van a gritar más fuerte porque hasta ahora la presidenta Cristina no los quiso escuchar. Sus demandas son de una justicia absoluta. Indiscutible. Hasta los oficialistas mas fanáticos comparten las exigencias que dicen así: “no a la criminalización de la protesta, no al impuesto al trabajo y asignaciones familiares para todos”. Los más diversos sectores levantan hoy sus banderas y pancartas.

Proletarios rudos de camioneros, obviamente; asalariados del rubro servicios como los gastronómicos, sufridos trabajadores rurales, una vertiente de ferroviarios, empleados de clase media como los judiciales, bancarios, los técnicos aeronáuticos, municipales o personal de los organismos de control que suelen ser profesionales, o un sector de los docentes que increíblemente pagan impuestos a las ganancias, o los canillitas, entre muchos otros gremios que han adherido. Se discutirá durante horas cuantos fueron a la convocatoria. Los organizadores dirán que mucho mas de 150 mil personas y el gobierno, dirá que mucho menos. Lo cierto es que son miles y miles y que la mayoría votó a Cristina Fernández de Kirchner.
 
Esto es lo nuevo que el gobierno se niega a ver. No se trata de ricachones derechistas destituyentes de Barrio Norte o chetos de Puerto Madero, como la Presidenta le dijo a Amado Boudou. El dato político es que una CGT peronista encabezada por quien hasta hace un año era el principal socio del gobierno se cruzó de vereda. Eso es difícil de explicar para la maquinaria propagandista. Dicen que los manifestantes son golpistas y eso es una mentira grande como la Plaza de Mayo. Dicen que quieren hacer lo mismo que en Paraguay y es un invento imposible de creer. Es muy difícil que la historia juzgue a una protesta de trabajadores como golpista. Generalmente los laburantes son las víctimas del autoritarismo y no los victimarios. La dictadura fue una prueba de ese horror: la mayoría de los desaparecidos fueron trabajadores y peronistas.

Y Cristina no tiene nada que ver con Fernando Lugo. Ella es la presidenta más poderosa desde la recuperación de la democracia en 1983. Tiene legalidad y legitimidad. Doce millones de votos la respaldaron y cuenta con mayorías parlamentarias, gobernadores disciplinados y una justicia que en una gran parte tiene puesta la camiseta K. El ex obispo Lugo, lamentablemente para la democracia guaraní, tenía una gran fragilidad política que aprovecharon los golpistas. Son situaciones incomparables. No se puede acusar de desestabilizador a un genuino reclamo obrero. Y mucho menos si se hace frente a un gobierno poderoso que no escucha.

¿Qué tendrían que decir entonces de los 13 paros generales que Saúl Ubaldini le hizo al gobierno de Raúl Alfonsín, con una incipiente democracia que estaba rodeada de tiburones criminales de lesa humanidad? ¿Ubaldini fue un democrático defensor de los derechos de los trabajadores y Hugo Moyano es un golpista? No lo creo. No se puede ser tan maniqueo. No se puede decir que todos los que están conmigo son buenos y los que me critican son malos.
 
La vida y la política tiene matices, contradicciones, marchas y contra marchas. Para el peronismo, los trabajadores siempre fueron la columna vertebral del movimiento. Para el marxismo, la vanguardia de la revolución. Para los socialdemócratas y socialcristianos, los destinatarios de la justicia social. Yo creo mas en parafrasear lo que dijo en su momento Humberto Volando, alguien del campo popular en toda la dimensión de la palabra: “El país se recuperará con los trabajadores, nunca sin los trabajadores y mucho menos contra los trabajadores”.