Lo primero que recuerdo fue la sorpresa, el estupor por la noticia que nadie podía creer: había muerto Néstor Kirchner. Después la tristeza, la consternación y el respeto que se siente siempre frente a la muerte de una persona. De inmediato, la preocupación institucional. ¿Qué pasaría en el poder? ¿Cómo procesaría Cristina semejante pérdida personal y política? Esas fueron las primeras reacciones y los primeros recuerdos de aquel 27 de octubre de hace dos años.

Pero de inmediato se me aparece una imagen que no olvidaré jamás. Fernando Bravo y yo saliendo de la radio acompañados por un par de policías. Trescientos militantes en la puerta gritando desaforados el deseo, tal vez la exigencia, de que Fernando y yo, también nos muriéramos. Por gorilas, por destituyentes… decían… por periodistas, pensé yo, mientras escuchaba los insultos y veía las pintadas amenazantes que habían estampado con aerosol en las paredes. Conmovidos por la orfandad de haber perdido a su líder, sin poder procesar la noticia, una barra patotera hacia su duelo deseando mas muertes. Esa imagen no la olvidaré jamás.
 
Cada 27 de octubre de mi vida me acordaré de la muerte de un ex presidente que tuvo masivas simpatías y antipatías y de aquella salida de la radio como si fuéramos delincuentes. Gajes del oficio, pensé resignado en un momento. Gajes del oficio, un carajo, reaccioné después. Intolerancia absoluta y desbordada que, por suerte, parece que se calmó un poco o que quedó reducida solamente a los agravios y las mentiras de los paraperiodistas que cobran fortunas en subsidios que pagamos todos para atacar a los que piensan distinto o a los que no se domestican o a los que quieren informar, simplemente, informar.

Ya pasaron dos años y la presidenta todavía conserva su luto. Es como un símbolo contradictorio, porque desde el punto de vista político, su gobierno todavía no elaboró el duelo. El nombre de Néstor Kirchner está en todos los homenajes, en todas las banderas, el recuerdo casi religioso de “El” aparece casi en todos los discursos de “Ella”. Argentina está tapizada con placas con su nombre y apellido. Está Néstor en cientos de plazas, calles, hospitales, escuelas, parajes, barrios, campeonatos, y sin embargo tengo la sensación de que es reconocimiento oficial, desde arriba, desde el poder y no el afecto que brota desde abajo.

Creo que los sectores más humildes recordarán a Kirchner como un buen presidente que hizo un gobierno mejor que los anteriores y que en la primera etapa y en sociedad con Roberto Lavagna, logró que Argentina saliera del infierno. Por algo dejó la presidencia con altos índices de aprobación. Pero no se si Néstor vivirá eterno en el corazón de su pueblo. La historia dirá. Creo que ese tipo de amor permanente surge espontáneamente, florece casi de manera silvestre, en el boca a boca, sin que nadie lo manipule con fondos millonarios y propaganda multiplicada. Veremos. Lo de ayer, antes, durante y después del River-Boca fue inédito y vergonzoso. Se aprovechó la audiencia masiva del fútbol para machacar hasta el hartazgo con documentales y homenajes de todo tipo a Kirchner.

Por ahora, a Néstor, lo extrañan hasta los propios kirchneristas de la primera hora que no logran comprender muchas de las actitudes de su viuda. El enfrentamiento con el peronismo y la CGT, por ejemplo. La salida del gobierno y del mundo de los negocios compartidos de antiguos socios de Kirchner. Y una suerte de vocación política suicida que se aisla y que cada vez elige mas a sus colaboradores por la lealtad que por la capacidad o la representatividad. Alberto Fernández dijo: “Néstor sumaba, Cristina expulsa.” Después fue más cruel: “Cristina no profundizó el modelo, lo perforó. Tiró por la borda todo lo que hizo el”.

Unidos y Organizados, la nueva agrupación que funciona como escudo de Cristina, está diseñada a su imagen y semejanza. Jóvenes de clase media sin experiencia y con cero triunfo electoral, movimientos sociales con trabajos territoriales muy atados al clientelismo con algunos dirigentes con alta imagen negativa como Luis D’Elía y otros dirigentes que han perdido en las urnas varias veces en sus distritos y se comportan como inspectores ideológicos para garantizar la pureza de gobernadores e intendentes que ponen los votos y la gestión. Algo muy extraño está pasando en el poder.

Cristina mantiene su luto y su recuerdo por Néstor pero a dos años de su muerte prácticamente no queda nada en pié de lo que su marido construyó. Es una de las grandes incógnitas que se irá despejando en las próximas elecciones. Los muchachos cantan una consigna que refleja esa contradicción en si misma. “Néstor no se murió/ Néstor vive en el pueblo/ etc, etc. Y la verdad objetiva es que Néstor si se murió. Y no estoy tan seguro de que viva en el pueblo. La historia dará su veredicto.