Vamos directamente al hueso. Horacio Verbitsky, como titular del Centro de Estudios Legales y Sociales hizo declaraciones gravísimas respecto de quienes fueron los culpables de la masacre del 19 y 20 de diciembre del 2001. Le leo textualmente lo que dijo: “Tiene razón de la Rua, hubo un intento golpista exitoso del cual participaron, Eduardo Duhalde, Raúl Alfonsín y el FMI, pero eso no lo releva en absoluto de la torpeza de su respuesta y de los actos criminales, con los que enfrentó la situación”.

Vamos por partes. Yo creo que no hubo ningún intento golpista. Todo lo contrario. Los protagonistas de la rebelión popular de las familias y los barrios, fueron ciudadanos apartidarios, policlasistas que en su mayoría habían votado a la Alianza y que de esa manera expresaron su profunda desilusión. Los caceroleros, los asambleístas, fueron en su origen movimientos de indignados que hoy, casi por los mismos motivos, estallan en casi toda Europa y hasta en los Estados Unidos.
 
Es y fue, básicamente una expresión de hartazgo y una manera de decir basta a los sistemas y los modelos que solo tienen como objetivo custodiar las ganancias millonarias de los timberos de las finanzas mientras el pueblo se va quedando sin trabajo, sin salud y sin futuro. Es y fue un grito desesperado para que la política se ponga al servicio de la economía real, de los que mas necesitan, de la producción y del trabajo.

Como siempre, el FMI, en aquél momento aprovechó y fogoneó el colapso económico para llevar agua y millones de dólares para su molino. De eso no hay duda. Lo hicieron siempre y lo siguen haciendo en todas partes del mundo. Tengo todavía todos mis apuntes de ese momento terrible de la historia. Fui un cronista atento de los hechos. Estuve muy cerca de lo que pasaba y la verdad es que tanto el radicalismo de Raúl Alfonsín como el peronismo de Eduardo Duhalde hicieron todo lo posible y hasta lo imposible para ayudar a mantener en pie a De la Rua. Pero no se puede ayudar al que no se quiere dejar ayudar.

Hasta último momento ví como casi le rogaban en reuniones de todo tipo para que Fernando de la Rúa tomara conciencia de la gravedad de la situación. Hasta la iglesia, con su Diálogo Argentino intento hacer un aporte salvador. Pero De la Rúa parecía un robot vapuleado por la realidad. Por lo tanto me parece que acusar a Duhalde y sobre todo a Raúl Alfonsín de golpistas es una injusticia absoluta y un nuevo intento de reescribir la historia por parte del kirchnerismo para acomodar el relato a sus conveniencias políticas actuales. Verbitsky debería ser más responsable y cuidadoso para referirse al padre de la democracia recuperada. ¿Alfonsín golpista? El mismo que juzgó a los comandantes en un gesto de heroísmo sin precedentes.
 
¿Ese Raúl Alfonsín es acusado por Verbitsky de golpista? ¿No tendría que aportar alguna prueba un poco más contundente para acusar a Alfonsín del delito mas terrible que se puede cometer que es el de golpismo? Ya en su momento, los sabios esclarecidos de su espacio ideológico profanaron el Nunca Más. Con el pretexto de salir al cruce de la teoría de los dos demonios le agregaron un prólogo donde se liberaba de toda responsabilidad a los grupos foquistas, que utilizaron el crimen como instrumento político. De ninguna manera hubo dos demonios. Ernesto Sabato no sostiene eso en su histórico texto. Si dice, porque fue absolutamente cierto, que además del horror incomparable del terrorismo de estado hubo grupos que se sumaron a la lucha armada y que asesinaron en democracia y que fueron funcionales a la instalación de la dictadura genocida. Y esa es una verdad histórica. No hubo dos demonios pero los grupos guerrilleros de ninguna manera fueron ángeles.

¿Quiénes fueron los responsables de los 38 muertos de hace una década? Hay múltiples razones, como siempre. Pero lo principal fue el doloroso cruce entre una situación económica terrible y el peor presidente que tuvimos en muchos años. Ese fue un cóctel explosivo. Fue el choque entre un endeudamiento descomunal, los precios internacionales bajísimos para nuestros productos, cosa que provocó un terrible viento de frente y no viento de cola como le tocó al matrimonio Kirchner y la presencia de un pusilánime, un inútil y un cobarde en la presidencia de la Nación. De la Rua no supo, no quiso o no pudo manejar la crisis.

Se fue enterrando en arenas movedizas. Careció del apoyo de su partido porque jamás supo como lograrlo y perdió en el camino a un vicepresidente como Chacho Alvarez que aprovechó la corrupción escandalosa de la Banelco para huir antes que De la Rua y lavarse las manos. Porque hay que recordar que el ingreso al gobierno de la Alianza de Domingo Cavallo fue porque lo llevó de la mano Chacho Alvarez. En ese momento Chacho, era el jefe de Nilda Garre y de Juan Manuel Abal Medina que encima fueron candidatos a diputados, casi en el final del derrumbe, cuando ya estaba claro el tipo de gobierno reaccionario, conservador y burdo que estaban desarrollando De la Rúa y Cavallo. Por eso llamó la atenció ayer ver al jefe de gabinete levantar el dedito como si el hubiera pertenecido a ese gobierno que ahora condena.

Los ajustes a los jubilados, los recortes a la educación, los corralitos que golpearon directamente en el bolsillo de la clase media, el estado de sitio que fue una provocación feroz a la población, una forma de mojarle la oreja, el intento de censurar a la televisión para que no mostrara la represión feroz y el vacío de poder que potenció los saqueos desesperados de los mas pobres que no en todos los casos fueron espontáneos, fueron una clara responsabilidad política de Fernando de la Rua. Por todo eso tiene que rendir cuentas en el juicio oral del año que viene.

Vamos a llamar a las cosas por su nombre. De la Rua más y Chacho Alvarez menos, tienen su cuota de culpa. Domingo Cavallo también. Los pescadores de la especulación a rio revuelto del FMI, sin ninguna duda. La policía descontrolada que hizo lo que quiso porque no tuvo conducción no se salva. En defensa de De la Rua hay que subrayar que las condiciones económicas y la herencia recibida fueron sumamente complicadas. Y que la CGT de Hugo Moyano le hizo la primera huelga general a los 180 días de haber asumido, un tipo de protesta que no se había realizado en toda la década que gobernó Carlos Menem.

El 20 de diciembre, un día como hoy de hace exactamente diez años, a las 19.52, Fernando de la Rua renunció y huyó por los techos y en helicóptero. El saldo de 38 muertos se convirtió en un reclamo de juicio, castigo y condena a los culpables. Se confirmó que los pueblos no se suicidan, pero los gobiernos si.

Nada lo garantiza y nunca lo sabremos. Pero un presidente con coraje, convicciones y otra concepción mas popular y menos conservadora hubiese navegado con dificultades pero tal vez hubiera evitado el naufragio. Salvo en tiempos de dictadura, los argentinos nunca habíamos vividos un infierno semejante, al borde de una guerra civil. Ese infierno nacional nos quebró como país. Ese infierno nacional al que nunca mas tenemos que volver. Nunca más