La censura (Segunda parte)
El primer día de enero de este año titulé mi columna La censura no existe, en obvia referencia a esa letra tan creativa de Juan Carlos Baglietto. Fue un intento de encender algunas luces amarillas de alarma por distintas manifestaciones de censura desde el oficialismo.
El primer día de enero de este año titulé mi columna “La censura no existe”, en obvia referencia a esa letra tan creativa de Juan Carlos Baglietto. Fue un intento de encender algunas luces amarillas de alarma por distintas manifestaciones de censura desde el oficialismo. Una fue en el festival de Cosquín, cuando Raly Barrionuevo fue ninguneado por la mal llamada televisión pública por su postura crítica respecto de la minería a cielo abierto.
Desde aquel día, el cantante siempre comprometido y dispuesto a no callarse, públicamente, no habló mas del tema. Otro artista no domesticable como Adrián Caetano abandonó el proyecto de la película de Néstor Kirchner porque el primer corte no les había gustado a los productores. La periodista de la revista Noticias, Mariana Abiuso y el reportero gráfico que la acompañaba fueron maltratados y amenazados con romperle la cámara porque habían osado tomar una foto del actual vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, en traje de baño, entrado en carnes y sentado al lado de una pileta.
Después las cosas se enrarecieron mas todavía con la ley antiterrorista y con el proyecto X que infiltró gendarmes de civil en las marchas de protesta. Lamentablemente hoy tengo que hablar de la segunda parte de “La censura no existe”. Anoche, en el canal C5N, se produjo un abrupto e inesperado levantamiento del programa de Marcelo Longobardi justo cuando su entrevistado Alberto Fernández estaba criticando a la presidenta de la Nación. ¿Qué estaba diciendo Fernandez? Que la presidenta, en el tema de la reforma de la carta orgánica del Banco Central, estaba derogando algo que había escrito Néstor Kirchner y no Domingo Cavallo. ¿Se entiende? Casi lo peor que se le puede decir a Cristina Fernández. Que está borrando con el codo lo que su esposo escribió con la mano. Y que encima lo está haciendo con un disfraz progresista, como si estuviera combatiendo al neoliberalismo.
De golpe, cortina y los sacaron del aire. En ese momento, en el piso, los productores del programa, asombrados y asustados, contaron que hubo un llamado del ministro de Julio Vido y que la orden fue de Daniel Hadad el dueño del canal. Es difícil creer que De Vido tenga tanta autonomía para hacer una movida semejante sin que haya recibido una orden de la presidenta de la Nación. Todo fue brutal, sin vaselina, cortina y de un plumazo chau programa. Esta mañana, Hadad pidió disculpas y dijo que el sablazo fue porque se habían pasado 7 minutos del tiempo. El propio Alberto Fernández bajó el tono y ya no repitió lo que le había dicho mas temprano a Nelson Castro y que está grabado. Allí habló de un episodio penoso que afecta la libertad de prensa, de una locura que hizo del gobierno, de chatura mediocre, de un hecho lamentable y patético y que después de el había otro invitado, el periodista mexicano Alberto Padilla que también contó su estupor y sorpresa por lo que el consideró una censura.
Esto demuestra un nivel de impunidad y autoritarismo creciente. Y además, como suele ocurrir con este gobierno, evidencia una ceguera revanchista que no le permite darse cuenta que hubo dos perjudicados con lo que hicieron anoche: la libertad de prensa y la propia presidenta de la Nación. Porque lo que quiso ocultar anoche, hoy se multiplicó por todas los medios de comunicación que no están al servicio de la maquinaria estatal de propaganda. Algo que estaban viendo un numero reducido de personas pasó hoy al interés de un grupo muchísimo mas grande. Eso se llama tiro por la culata.
El marco en el que pasó esto no podía ser peor. Con la presidenta acusando de antisemita, nazi o videlista a dos periodistas, y con el ministro totalmente enardecido y sacado, en el senado después de ser acusado de ser el responsable de la tragedia del Once por el senador Gerardo Morales. El clima de tensión que hay entre el gobierno y el periodismo profesional es cada vez más asfixiante. Todos los días avanzan un poquito. Y eso que el canal de Hadad es uno de los mas favorecidos por la publicidad oficial. Tal vez por eso hoy salió a poner paños fríos y a pedir disculpas. Y eso que Longobardi no es de los periodistas más críticos.
No es la primera vez que se deja manosear. Y eso que Alberto Fernández no es Elisa Carrió denunciando la corrupción en el gobierno. Alberto Fernández fue integrante de la línea fundadora del kirchnerismo. Fue miembro de la mesa chica de conducción que en muchos momentos fue un triangulo político que compartió con Néstor y Cristina.
Fue jefe de gabinete de Néstor y protector de Cristina durante mucho tiempo. Uno tiene todo el derecho a decir que si así tratan a Hadad, Longobardi y a Alberto Fernández, que pueden esperar aquellos que juzgan con mayor severidad al oficialismo. ¿Todos seremos destituyentes, oligarcas, nazis, antisemitas? ¿Todos somos conspiradores? ¿Hay un diablo antipatria en el periodismo y una santa Cristina pura y liberadora en el gobierno? No se olviden nunca: La censura no existe mi amor. Se llama sintonía fina. O Nunca menos.