Hermes Binner y Mauricio Macri no tienen absolutamente nada que ver entre si. Tienen trayectorias, profesiones e ideologías muy distintas. Sin embargo en sus discursos de celebración ambos manifestaron su orgullo por no haberse puesto de rodillas ante el gobierno nacional. Repudiaron lo mismo con idénticos términos: no hay que arrodillarse.

Los jóvenes socialistas y radicales no tienen absolutamente nada que ver con los muchachos del Pro y del peronismo federal. Vienen de palos distintos. Unos se sienten cómodos con el rótulo de centro izquierda y otros con el de centro derecha. Y sin embargo, en ambos festejos entonaron el mismo cantito: “Y ya lo ve/ Y ya lo ve/ es para Cristina/ que lo mira por Tevé”. A las seis de la tarde de ayer, en el centro de operaciones de Agustín Rossi había gigantografías que promovían a “Cristina presidenta” y otras que decían “Rossi gobernador”. Quince minutos después, alguien ordenó que se descolgaran los carteles de Cristina. Como si no quisieran arrastrar a la jefa del estado en el hundimiento del kirchnersimo. Pero la realidad del análisis político muestra que la gran derrotada de ayer fue precisamente Cristina Fernández de Kirchner.

Por su maltrato permanente a Binner que potenció en los dos últimos actos en los que participó en la provincia. Un hombre moderado y prudente como Binner se sacó toda la bronca acumulada cuando dijo “nunca mordimos la cicuta”, en una frase que quedará en la historia. Es como decir que eligieron no envenenar a nadie ni envenenarse a si mismos. “Nunca nos dieron ni un alfiler”, fue otra de sus frases dolidas.

Es que había soportado estoicamente y con respeto por la investidura presidencial todo tipo de desplantes. Desde que no le avisaran que la presidenta hacía un acto en la provincia que el gobierna hasta la presencia permanente de barras juveniles que le cantaban, “Binner compadre/ e insultaban a su madre”. ¿Cristina pensará que insultando y puenteando a un gobernador respetado, respetuoso y respetable iba a sumar algún voto o espantaba a los independientes que están hartos del hostigamiento de estado?
Lo grave para el futuro del cristinismo, lo que enciende una luz de alerta amarilla en su avenida hacia el 23 de octubre, es que ese agravio también lo sufrieron sus propios dirigentes.
 
Castigar a los fieles es un concepto masoquista difícil de explicar. Cristina no apostó un centavo a favor de Rossi en las internas. Encima le borró de un plumazo de sus listas a dirigentes leales como Alejandro Rossi, su propio hermano, Gustavo Marconato y hasta a Juan Carlos Schmidt un moyanista honrado y formado al lado de Raimundo Ongaro. Hasta las huestes de Gerardo Rico del Movimiento Evita pusieron el grito en el cielo porque les habían impuesto algún candidato de La Cámpora de cero militancia y respresentatividad en la provincia. La gente no es tonta, no vota cualquier cosa. El ejemplo de la excelente elección de María Eugenia Bielsa demuestra que el ciudadano elige valores y trayectorias y no imposiciones.

Hay que decir que Agustín Rossi hizo la peor elección del peronismo desde el retorno de la democracia en una provincia en la que gobernaron 24 de los últimos 28 años. La excusa que se utilizó en Capital de acusar de gorilas y antiperonistas a los votantes en Santa Fe es directamente una farsa.

Rossi perdió más de 15 puntos de los que había sacado Rafael Bielsa en la última elección. En realidad no es riguroso decir que el peronismo hizo la peor elección. Porque la mayoría del peronismo se fue con Miguel del Sel y Osvaldo Salomón. Allí fueron los seguidores de Carlos Reutemann, Jorge Obeid y Eduardo Duhalde. El Lole mandó el mensaje en el momento justo: “nunca fui kirchnerista” y también rechazó el castigo de los Kirchner a los santafesinos. Estaba hablando del campo que, esta vez, se cobró todas las facturas. Por aquellas humillaciones de la 125 cuando fueron tratados de oligarcas y golpistas y por la ausencia de políticas racionales en la actualidad con la lechería, la ganadería y el trigo.

Dicen los productores agropecuarios que les está yendo bien a pesar del gobierno y no gracias al gobierno., El gran ganador local fue Miguel del Sel que le pidió a Cristina que le sacaran la pata de arriba al campo.

No se puede tener vocación de mayoría si el camino elegido es el agravio permanente a socialistas, radicales, peronistas, macristas y chacareros. La ofensa y la soberbia tienen que dejar paso al diálogo democrático. Capital y Santa Fe le enviaron un mensaje a Cristina. Quien quiera oir que oiga.