La Argentina tiene un nivel de calidad de representación política absolutamente inferior a sus necesidades. Y está muy tomado por la corrupción.

Ante los hechos visibles, la presidenta redobla la apuesta.

En el menemismo, el eje de la corrupción estaba en las coimas. Con Kirchner, el Estado asumió otro rol: la coima y la corrupción vino de parte del propio Estado, con la obra pública.