Música para la paz
Hoy me quiero correr aunque sea por unos minutos de la actualidad rabiosa y de la rabia que provoca la actualidad. Quiero hablar de Daniel Barenboim, un genio musical y un héroe social que hoy cumple 70 años.
Hoy me quiero correr aunque sea por unos minutos de la actualidad rabiosa y de la rabia que provoca la actualidad. Quiero hablar de Daniel Barenboim, un genio musical y un héroe social que hoy cumple 70 años. No soy un especialista en música clásica, ni mucho menos, pero me gusta rescatar la vida de los grandes hombres. Todos coinciden en que se trata de uno de los más extraordinarios músicos que nació en la Argentina en toda su historia. No le alcanza la vida para contar todos los premios que recibió. Es compositor, pianista y director de las más grandes orquestas del mundo.
Solamente es fanático de diálogo. Cree que es lo único que puede salvar a la humanidad. Hablar entre todos, respetarnos, romper prejuicios, ofrecer la mano abierta y no el puño cerrado es una luz que nos ilumina el futuro.
El diario The Guardian, despues de que Barenboim puso sus dedos alados sobre las teclas para ejecutar las sonatas de Beethoven dijo que ese hombre “iba más allá de la perfección”. A los 7 años dio su primer concierto en Buenos Aires. Niño prodigio, aprendió el piano de sus padres, Enrique y Aída Schuster, para felicidad de sus abuelos rusos que habían llegado a Buenos Aires huyendo del odio racial y la persecución de los pogroms. Su vida personal también le puso pruebas terribles. Como la muerte por esclerosis múltiple de su esposa, la cellista británica Jacqueline du Pré. Ella se había convertido al judaísmo y en su boda estuvo presente el mismísimo Ben Gurión, uno de los padres del Estado de Israel. La familia Barenboim siempre recuerda que Ben Gurión los incitaba a traducir su apellido al hebreo como el mismo había hecho con el suyo. Nunca les gustó la idea, pero si lo hubieran hecho, Barenboim se hubiera apellidado Agassi que es como se dice pera en hebreo. Lo hubieran confundido con un tenista o con un italiano.
Daniel Barenboim, después se casó con la pianista rusa Elena Bashkírova con la que tuvo a sus dos hijos, David y Michael.
Su estatura musical es inmensa. Pero su estatura humana, social y política es todavía superior. Porque se podria quedar en sus mansiones a disfrutar de la gloria y el dinero y sin embargo se ha convertido en uno de los máximos gladiadores por la paz, la justicia y la libertad en todo el mundo en general y en Medio Oriente en particular.
Dice Daniel que ante Don Giovanni de Mozart todos los seres humanos son iguales. Y de allí nace su coraje para jugarse la vida y para combatir la muerte y la guerra. Es el único ciudadano israelí que tiene pasaporte palestino. Por mucho menos que eso cualquier fundamentalista que hable hebreo o árabe es capaz de asesinarlo. Hoy dirige la Staatskapelle de Berlin en donde vive, pero mantiene su casa en Jerusalem donde están enterrados sus padres. En su camarin tiene fotos de lo que se ve por la ventana: la ciudad vieja, el muro de los lamentos y la imponente cúpula dorada de la Mezquita de Roca.
El momento de mayor polémica fue cuando interpretó a Wagner y muchos sobrevivientes del holocausto se ofendieron y lo acusaron de pronazi. La polémica todavía continúa.
Pero el dijo sobre la guerra eterna que:” O encontramos una manera de vivir juntos con los palestinos o nos aniquilamos mutuamente”. Por eso rompió todos los esquemas cuando fundó junto al ya fallecido escritor palestino Edward Said la primera orquesta que junta a músicos jóvenes judíos y palestinos que tocó hace dos años en Argentina. Tal vez esa sea su obra cumbre, bandera de diversidad y convivencia, la Orquesta del Diván Este-Oeste. Se llama a si por una colección de poemas que Goethe escribió sobre la globalidad.
Barenboim habla 7 idiomas y sin embargo, todavía se le nota el acento porteño que lo lleva a amar el tango como a sí mismo. Como a un prójimo próximo. Es adorado en todos los grandes teatros del mundo y apenas llega a Buenos Aires pregunta por la salud de un viejo boliche de tango reo de San Telmo. Sus primeras letras las dibujó en el instituto Pestalozzi del barrio de Belgrano aunque recién aprendió a jugar al fútbol en Tel Aviv. Nunca olvidará aquel fin del año 2.006 cuando tocó en el Obelisco con la Filarmónica de Buenos Aires mientras Leopoldo Federico levantaba multitudes y los cortes y quebradas de Mora Godoy levantaban suspiros y piropos. Daniel Barenboim no se cansa de decir que la guerra no es una opción, ni moral ni estratégica. Anda por el planeta sembrando mágicas melodías y sembrando futuro en paz y por eso es candidato al premio Nóbel.
Dice que el músico ideal debe pensar con el corazón y sentir con el intelecto. Nos muestra que es posible la excelencia y el humanismo. Que es posible derrotar la mediocridad de los mezquinos y soñar con nuevos tiempos y nuevos vientos. Es un genio musical pero un héroe que conoce a la perfección el arte de combinar las esperanzas.