Los periodistas estamos obligados a rendir cuentas de nuestros actos. Hoy más que nunca porque nuestro oficio está cruzado por un debate sano por un lado y muy agresivo por el otro. Los periodistas estamos obligados a mirarnos en el espejo de los mejores ejemplos para crecer todos los días. Para afinar la puntería, para corregir errores y para hacerlo como corresponde: a la luz del día, con las cartas sobre la mesa y con la máxima transparencia.
 
Siempre dije que no soy un militante. Que fui militante político en mi juventud y que siento orgullo por eso. Creo que la militancia política es una de las actividades más nobles del ser humano. Es poner la voluntad, la inteligencia y el esfuerzo en una idea partidaria con el objetivo de transformar la sociedad y extirpar las injusticias. ¿Le parece poco? Como le gusta decir a Ricardo Lagos, es ayudar a generar desde una agrupación política la mayor cantidad de felicidad para la mayor cantidad de gente posible.

La militancia bien entendida, honrada, no contaminada, es una entrega hacia los demás. Tal vez sea el escalón más alto de la solidaridad. Porque no atiende solo una emergencia. Resuelve el problema concreto y busca la manera de que ese problema no se produzca nunca más. Con esto le quiero decir que valoro, respeto y fomento que los jóvenes se incorporen a los diferentes partidos políticos. Pero creo que los periodistas no debemos defender camisetas partidarias ni candidaturas. El rol social del periodismo es otro.

Es buscar y defender la verdad, o lo que con honestidad intelectual creemos que es la verdad y defender valores que pueden estar en varios partidos políticos. Por eso es que tampoco somos neutrales. Además de tener una mirada crítica para iluminar las fallas y de esa manera ayudar a que esos errores se corrijan, debemos defender la democracia con inclusión social, la igualdad de oportunidades, el combate contra la desocupación y la pobreza, la libertad absoluta, la independencia de los poderes, los derechos humanos en todas sus formas, la honestidad en la función pública. Creo firmemente que ese es el ADN de nuestro trabajo.

Creo que este es el principal aporte que podemos hacer a nuestra comunidad. Ser periodistas y no militantes. Y ser periodistas significa cuestionar a todos y a todas. Cuando digo que no soy militante digo que no soy militante kirchnerista ni antikirchnerista. Que no soy oficialista pero tampoco opositor. Eso me permite cumplir mi tarea con la mayor ecuanimidad posible. Me da espacio suficiente para criticar lo que considero malo y para elogiar lo bueno para la Argentina sin fijarme quien es el sector político que impulsa tal o cual medida. ¿Se entiende? Le doy algunos ejemplos para que quede mas claro.

Si digo que la Asignación para hijos de desocupados y trabajadores en negro es una medida muy necesaria y positiva es mas allá de quien haya sido el primer partido que planteó la idea o quien la haya implementado. Varios dirigentes opositores tomaron la asignación como bandera. Y era una idea excelente. El gobierno nacional la implementó.
 
Y sigue siendo una idea excelente. Si estoy en contra del uso arbitrario y discrecional de la pauta publicitaria lo estoy a la hora de criticar el manejo del gobierno nacional o de cualquier gobierno provincial o municipal que caiga en el mismo autoritarismo de utilizar los dineros públicos para premiar y castigar a los periodistas según como se comporten. ¿Se entiende? Se lo digo con temas de estos días. Es una verdadera locura que todos los argentinos hayamos subsidiado a empresas poderosas que ganan fortunas, incluso a algunas cuya actividad era la timba. Pero esta muy bien que se subsidie a los sectores más humildes que no pueden pagar la luz o el gas. Voy a un ejemplo que involucra a la presidenta.

Fue un paso adelante haber sacado a los controladores aéreos de la órbita militar en su momento. Era una rémora del pasado, como dijo Nilda Garré. De la misma manera, si soy coherente con mi pensamiento debo decir que es un inexplicable paso atrás, confinarlos nuevamente bajo el mando de la Fuerza Aérea producto de un enojo presidencial que terminó en un decreto. Si soy duro con la crítica hacia la presidenta cuando desde las tribunas tiene palabras crispadas e inflamadas debo reconocer que es bueno que hace un tiempo haya bajado los decibeles y su discurso sea más moderado y respetuoso.

Son días de profundo debate. Algunos se tiran con carpetas y con viejas historias por la cabeza. Hago un esfuerzo por defender el maravilloso oficio de periodista con las ideas que tengo a mano. Tengo algunas frases que me ayudan a ubicarme cuando los vientos vienen huracanados. Una es de San Martin y dice así: “Se oye mas a un hombre que grita que a mil que callan”. La otra es de José Gervasio de Artigas y lo dice todo: “Con la verdad no ofendo ni temo”.