En el marco de la habitual gira de pretemporada con fines recaudatorios, el Boca de Falcioni reiteró rémoras del Boca de los últimos años.

El Xeneize mostró dos caras diametralmente opuestas en los dos tiempos: en el primero, fue vapuleado por el Arsenal, en un partido que parecía enfrentar a un equipo de primer nivel con otro del ascenso, corriendo de atrás a los rivales, refugiado en el área, sin poder retener la pelota y cometiendo infinidad de fouls.

El 1 a 0 marcado por el holandés Van Persie dejó gusto a poco, pero, en el arranque del segundo tiempo, Ramsey batió de afuera a Orión, y en los hinchas de Boca más veteranos debe haber sobrevolado el fantasma de aquella goleada infame ante el Barcelona por la Copa Joan Gamper, en los años 80.

Sin embargo, el ingreso de Pablo Mouche (que habitualmente protagoniza sus actuaciones más brillantes en amistosos de pretemporada), el cansancio del equipo británico y un Boca que salió a pelear el partido en tres cuartos le permitieron a Riquelme habilitar con dos pases geniales a Viatri y al 7.

Pese a todo, la defensa y el retroceso del mediocampo xeneize asustan de cara al torneo argentino, en donde Boca no podrá darse el lujo de refugiarse en su campo durante 50 minutos, ni pelear arriba con rendimientos individuales de una ciclotimia que desorienta, el paisaje habitual de los últimos tres años.