Djokovic asilado y deportado: los detalles de un bochorno mundial
El número 1 del mundo fue demorado por casi 10 horas en aeropuerto de Melbourne, donde las autoridades le negaron la entrada al país por considerar insuficientes sus pruebas presentadas para la exención médica.
Un escándalo con evidentes ribetes políticos sacude al mundo del deporte. La pandemia y la polémica por la vacunación parecen ser sólo algunos de los factores que culminaron en una puja de intereses mucho más pesada. Novak Djokovic fue deportado por el gobierno australiano y no jugará el primer torneo de Grand Slam del año.
Hay muchas similitudes con el caso del partido entre Brasil y Argentina jugado en San Pablo por Eliminatorias que se suspendió antes de los 10 minutos. Allí también hubo entredichos entre las entidades reguladoras del torneo, las federaciones y un actor principal que embarró la cancha: el gobierno de Jair Bolsonaro, representado por el departamento de migraciones.
En este caso, las autoridades no esperaron a que el tenista ingrese al país y se disponga a jugar para deportarlo, sino que lo detuvieron en el aeropuerto. Y. si bien hay claras intencionalidades políticas detrás, también hay un evidente error administrativo por parte de Nole o de su equipo de trabajo.
El serbio fue recibido en el aeropuerto por las autoridades correspondientes. El departamento de migraciones permitió el ingreso de Goran Ivanisevic y Ulisés Badio, su entrenador y su fisioterapeuta, que ya lo esperaban del otro lado de los controles. Sin embargo, el problema se suscitó con la visa del tenista.
Djokovic había recibido una exención médica para poder participar del Abierto de Australia. El motivo que habría esgrimido el serbio es haber tenido COVID-19 durante los últimos seis meses, motivo por el cual no requiere estar vacunado, por tener anticuerpos.
Sin embargo, la visa con la que el jugador pretendía entrar al país no es la que permite exenciones médicas. Allí es donde entra a jugar la cuestión política. Seguramente, si se hubiese tratado de otro error administrativo o de papeleo en otra circunstancia, alguna entidad gubernamental hubiese hecho lo necesario para solucionar el asunto, especialmente teniendo en cuenta que se trata del 1° del mundo.
Pero el primer ministro australiano, Scott Morrison, había quedado muy desacreditado a partir de la decisión de Tennis Australia, ente que organiza el torneo, de permitirle jugar con una exención médica. Morrison había sido muy tajante con la negativa a que los no vacunados ingresen a Australia y había iniciado una suerte de guerra tácita contra Djokovic, al decir enfáticamente que no haría excepciones para tenistas. Y, el martes, su palabra había pasado a valer nada.
En las últimas horas, debilitado por lo que parecía ser la inexorable participación del serbio, reconocido estandarte de la lucha contra la obligatoriedad de las vacunas, había sido aún más explícito: "No va a haber reglas especiales para Djokovic".
Claramente, el primer ministro no quería perder la batalla. algo que quedó claro con la decisión tomada y expresada públicamente por Jaala Pulford, ministra de Deportes del Estado de Victoria, donde se encuentra la ciudad de Melbourne: "El Gobierno Federal nos ha consultado si aprobábamos la entrada de Djokovic con esa visa y les hemos dicho que no".
El tenista miembro del Big Three fue demorado con custodia policial, estuvo incomunicado durante casi 10 horas y, posteriormente, fue aislado en un hotel donde se aloja gente que realiza cuarentena, para luego ser deportado.
Por si quedaban dudas sobre las implicancias de la prohibición de que Djokovic ingresara a Australia, el primer ministro Morrison realizó una publicación en sus redes sociales, en la que prácticamente se lo puede visualizar festejando la deportación como un gol.
"“La visa del señor Djokovic fue cancelada. Las reglas son las reglas, especialmente cuando se trata de nuestras fronteras. Nadia está por encima de la ley. Nuestra fuerte política de fronteras ha sido clave para que Australia tenga uno de los índices de muerte por COVID-19 más bajos del mundo, seguiremos siendo vigilantes en esto”, escribió en Twitter.
Para darle más fuerza al escándalo, al mandatario australiano le respondió el presidente serbio, Aleksandar Vucic: "Toda Serbia está con él (Djokovic) y nuestras autoridades están estudiando todas las medidas para que este maltrato al mejor jugador de tenis del mundo acabe cuanto antes”.