Lo anticipábamos desde el viernes: había pronóstico de lluvia en el GP de Australia de F1, y eso garantizaba una carrera loca, loca loca. Al final, luego de verificarse una nítida superioridad de McLaren, que desfilaba para el 1-2, el diablo metió la cola y casi deja sin nada a los naranja papaya. 

Uno de los grandes méritos de Lando Norris fue haber sobrevivido a todos los percances que acechaban casi metro a metro a los pilotos de F1 este domingo en Albert Park. Su compañero de equipo se dejó vencer por la ansiedad: en el momento clave de la carrera, cuando se había largado el último chaparrón, agarrándolos a todos con gomas para piso seco, y se fueron los dos McLaren al pasto, Piastri se apuró en volver y se quedó clavado en el pasto largo tiempo, perdiendo toda chance de subir al podio. 

Hoy Lando aguantó los trapos y superó los avatares que el año pasado tantas veces lo dejaron detrás de un Verstappen que, incluso con una cantramina, se vuelve letal a la menor oportunidad, y que hoy no fue la excepción.

La carrera comenzó con lluvia, lo que obligó a los pilotos a usar neumáticos intermedios. Isack Hadjar se accidentó en la vuelta de calentamiento, lo que retrasó el inicio. Durante la primera vuelta, Carlos Sainz y Jack Doohan sufrieron sendos accidentes, lo que provocó la salida del coche de seguridad.

Lando Norris mantuvo el liderazgo, seguido de cerca por Max Verstappen y Oscar Piastri. Max Verstappen cometió un error, y Piastri aprovechó y lo adelantó. Avanzada la carrera, incluso veteranos como Alonso se quedaron fuera de carrera al perder súbitamente el control de sus autos. 

Todos aprovecharon la desgracia de Alonso para hacer su única entrada y calzar neumáticos de piso seco. Sólo eso esperaba Melbourne para descargar otro chaparrón que los agarró a todos en paños menores. Varios accidentes causaron otro coche de seguridad y juntaron la parrilla para un final trepidante de seis vueltas. 

Y el final no defraudó, incluido un pequeño error de Norris que le permitió a Max apretarlo al británico hasta el final, prendidos los dos en seis décimas hasta la bandera a cuadros. Loor y gloria para otra sobria actuación de George Russell, que llegó tercero. Y ni qué decir del cuarto puesto de Alex Albon con Williams (el mejor resultado del equipo de Grove en años), o del quinto del adolescente Kimi Antonelli, que remontó desde el décimo octavo puesto. 

Tampoco debe minimizarse el buen resultado obtenido silenciosamente por Stroll (sexto) y Hülkenberg (séptimo) con coches que no los ayudan demasiado. 

Ferrari, en cambio, volvió a dudar y a perder: cuando llegó el último zafarrancho de entradas, el equipo dejó afuera a sus dos pilotos con neumáticos Duros, mientras todos volvían a entrar a Boxes para ponerse de nuevo Intermedios. Quedaron Hamilton primero y Leclerc segundo, detrás del Safety Car, a los resbalones pero con cuatro o cinco vueltas seguras para aguantar el chubasco y quizá ganar la carrera. Pero un trompo de Leclerc los asustó e hicieron entrar a los dos para poner Intermedios y dejarlos casi afuera de los puntos. 

Terminaron octavo (Charles) y décimo (Lewis), con Piastri quitándole el noveno puesto al heptacampeón británico en los últimos compases de una competencia que no dio resuello. Un gran comienzo de la F1, que promete una temporada parejísima y cambiante.