Juan Carlos “Toto” Lorenzo, la Biblia y el calefón
A 99 años del nacimiento de un director técnico lleno de gloria y polémicas.
El 17 de noviembre de 2001, con el país a punto de sumirse en una de las peores crisis de su historia, el fútbol argentino perdió a un gran personaje.
El Toto Lorenzo fue un técnico ganador que logró veneración en muchos de sus jugadores. Además, fue un gran maestro. De su boca han salido frases gloriosas, pero esta vez fue la que más lo identificó: “La gente sólo compra éxitos, porque no se detiene a conmoverse ante los que pierden”.
Pero antes de entrenador, Lorenzo fue jugador.
Era un número diez “tirado atrás”, un volante de ida y vuelta, como él mismo se definió.
A los 16 años se fue a probar a River.
-¿De qué jugás?
-De 8 ó de 10, respondió.
-De 8 ó de 10, tengo ocho mil antes que vos.
Fichó entonces en la quinta división de Nueva Chicago, luego pasó a Chacarita donde actuó para la reserva y por pedido expreso de Renato Cesarini fue a préstamo a River para jugar en tercera. Pero se lesionó y volvió a Chaca, donde tuvo como técnico en inferiores al maestro Ernesto Duchini.
Juan Carlos Lorenzo, nacido en Buenos Aires el 27 de octubre de 1922, debutó en Primera el 24 de noviembre de 1940, en el partido Chacarita 2 – Ferro 2.
Su Chacarita formó con Isaac López; Angrisano y Emmanuelli; Araiz, Zava y Fazio; Rodríguez, Setién, Villela, Lorenzo y Fiaccone.
“El día que debuté en la Primera de Chacarita, mi viejo cerró el negocio y se vino con unos amigos a verme. Estaba enloquecido”.
En 1945 pasó a Boca, donde debutó justamente frente a Chacarita con una victoria xeneize 5-3 y un gol del Toto. La delantera alistó esa tarde a Boyé, Corcuera, Sarlanga, Lorenzo y Mariano Sánchez.
Luego se fue a la Sampdoria de Italia, donde estuvo tres temporadas.
En 1952 pasó al Nancy de Francia y en ese interi n se graduó de director técnico en Londres.
Jugó del 54 al 57 en el Atlético de Madrid de Helenio Herrera, pasó una temporada por el Rayo Vallecano y terminó en 1959 jugando para el Mallorca, donde comenzó su carrera como técnico.
En el Mallorca consiguió dos ascensos consecutivos como entrenador, de Tercera a Segunda y luego de Segunda a Primera.
“Cuando dirigía al Mallorca, nos habíamos puesto de acuerdo con los pilotos que traían a los equipos visitantes a la isla para que los hicieran bailar antes de aterrizar. El mareo y el susto les duraba hasta el día del partido y nosotros lo aprovechábamos ”.
Lorenzo jugaba en los límites de los reglamentos. Casi siempre adentro, algunas veces afuera.
En 1961 volvió a la Argentina para dirigir allí por primera vez. El equipo fue San Lorenzo.
El Ciclón, con Sanfilippo como figura y goleador, fue subcampeón de Racing.
Por su experiencia europea y luego del fracaso de Argentina en el Mundial de Suecia 58, el Toto fue nombrado entrenador de la selección para el Mundial de Chile, a disputarse en 1962.
La experiencia no fue del todo buena. En ese equipo jugaban entre otros Roma, Marzolini, Hacha Brava Navarro, Rattín, Sacchi, el Marqués Sosa, Sanfilippo, la Bruja Belén y Ramos Delgado.
Argentina fue décima y el campeón fue Brasil con Garrincha como estrella.
La relación con el plantel no fue del todo buena, pero años después Antonio Rattín fue muy claro: “El Toto era el único que conocía a los jugadores europeos, nosotros ni sabíamos de qué color eran las camisetas”.
Lo vinieron a buscar de la Lazio y volvió a Europa. Fue campeón de la serie B logrando el ascenso a primera.
Luego dirigió a la Roma, campeón de la Copa Italia.
Y en 1965 volvió a San Lorenzo. El campeón de ese año fue Boca y el Ciclón fue octavo.
Llegó otro mundial, el de Inglaterra 66, y Juan Carlos otra vez fue el entrenador nacional. Luego de superar la primera instancia, la selección perdió con Inglaterra en Wembley en el recordado partido de la expulsión de Rattín.
“Al equipo le faltaba ritmo europeo. Dije por esos tiempos que el jugador físico supera al jugador técnico. ¡Para qué! Casi me matan”.
Para la temporada siguiente lo contrató River. Duró 16 fechas dirigiendo a la Banda.
Volvió a Italia para conducir una vez más a la Lazio. Ganó el campeonato de la B y el ascenso.
Y llegó una etapa gloriosa: el San Lorenzo del 72, campeón del Metro e invicto del Nacional. La formación base: Irusta; Glaría o Villar, Rezza, Heredia y Rosl; Pitarch o Espósito, Telch, Cocco; Scotta, Veglio o Ayala y Chazarretta o el Negro Ortíz.
Y seguía escribiendo máximas del fútbol sin quererlo.
-Maestro, ¿cómo se maneja un plantel de fútbol?
-Muy fácil. Un palo y un caramelo.
“¿Quieren espectáculo? Vayan al Maipo, que allí lo van a encontrar”.
En el incesante deambular por encima del Atlántico, el Toto volvió a Europa en 1974 para dirigir al Atlético de Madrid, con el que se consagraría subcampeón de lo que hoy es la Champions.
En el partido definitivo pasó algo insólito.
El Atlético de Madrid enfrentó al Bayern Munich de Maier, Beckembauer y Breitner.
Los Colchoneros ganaban 1-0 hasta el último minuto del partido y ya daban por descontada la gloria. Tanto fue así que el arquero Reina, emocionado por demás, se distrajo hablando con un fotógrafo del Diario Marca al que le iba a regalar los guantes ... y no se dio por enterado de que el partido seguía.
Empató el Bayern y hubo que ir a un desempate, que fue lapidario: 0-4.
El año 1975 lo encontró de este lado del océano para dirigir a Unión de Santa Fe, que había armado un gran equipo con Hugo Gatti, Héber Mastrángelo, Cocco, León Espósito, Leopoldo Luque, Oscar Trossero, Marchetti, Suñé, Tojo.
El River de Labruna ganó aquel torneo, y el Unión del Toto fue cuarto.
En 1976 llegó el período más glorioso de Lorenzo como entrenador.
Dirigió a Boca durante cuatro años y pudo llegar a la cúspide que todo club anhela: ser campeón del mundo.
Con una defensa inexpugnable (en las Libertadores 77 y 78 que ganó, recibió 3 goles en contra en una y 2 en la otra) y una certeza letal en sus delanteros, el Boca de Lorenzo llegó a lo más alto.
No era el equipo más vistoso, sí el más ganador y cerebral.
Y tenía una característica que pocos veían: el pressing ofensivo.
“A todos nos gustan los fideos con tuco, pero si no hay salsa hay que comerlos con ajo o solos. Y listo. Eso es Boca”.
A pesar de la sobriedad de todas sus líneas, en el arco tenía a un loco genial: Hugo Gatti.
Ganó el Metro 76, el Nacional 76, Las Libertadores 77 y 78 y la Intercontinental 78.
“Boca es sportivo ganar siempre”.
Se fue de Boca a fines del 79.
Y siguió su periplo: Racing en 1980, Atlante de México (el arquero era Ricardo La Volpe), Argentinos en el 81 durante dos partidos, otra vez San Lorenzo, luego Vélez (tuvo en el equipo al Beto Alonso y a Carlos Bianchi juntos), Atlanta, Independiente Santa Fe de Bogotá en 1984, una vez más la Lazio, otra vez San Lorenzo en el 85, Boca en el 87 (“Llego con el inflador psicológico”), para cerrar una carrera exitosa por donde se la mire.
Supo adaptarse en la última etapa a planteles sin tantas figuras.
“Meto la mano en la bolsa y todos los gatos son pardos. No hay ninguno de angora ”.
En 1977 escribió un libro junto a su preparador físico Jorge Castelli. Se llamó "El fútbol en un mundo de cambios" y contiene explicaciones tácticas y estratégicas adelantadas a su tiempo.
“El argumento del trabajo sobre tácticas colectivas y preparación física imponen el papel en este fútbol actual. Lo exigen, porque el realismo ya desterró la sola valencia de los actores individuales si no están apoyados por una razón colectiva. Contra los sistemas de sincronización conjunta, no hay dioses del fútbol que valgan ”.
Juan Carlos Lorenzo, el Toto, un personaje único del fútbol.
Maestro de la estrategia. Sabio recibido en la universidad de la calle.
Divisor de aguas.
Una muestra gratis de que la genialidad se puede disfrazar con distintas ropas.
La Biblia y el calefón.