Victoria holgada de Verstappen, la FIA se cargó el final de la F1 y de la F3
Otra vez Max definió la carrera cuando faltaba la mitad de las vueltas. Hoy hizo durar los Blandos hasta la Vuelta 26 (el doble de Leclerc, que tuvo que parar dos veces). Russell hizo todo bien y llegó tercero.
Largando desde la séptima posición, Max Verstappen ganó el GP de Italia de F1. Le bastaron cinco vueltas para ponerse segundo a dos segundos de Leclerc. Desde allí cuidó sus neumáticos Blandos, dejó que el monegasco fuera presurosamente llamado a Boxes en la Vuelta 13, durante el brevísimo Virtual Safety Car otorgado por el abandono de Vettel, y estiró su primer Stint hasta la Vuelta 26. Eso fue todo.
A partir de allí, Ferrari ya sabía que no tenía el ritmo para que Leclerc ganase la carrera. Dudaron entre el plan 'E' y el plan 'C' en pocas vueltas, y llamaron a Charles en la Vuelta 34 para calzar Blandos que deberían durar hasta 19 vueltas en Bandera Verde.
A las dos o tres vueltas quedó claro para todo el mundo que antes iba a ganarle Aquiles a la tortuga eleática que Leclerc a Verstappen: el ritmo del monegasco era marginalmente mejor que el del campeón del mundo (nunca más de cuatro décimas por vuelta, cuando necesitaba un segundo de diferencia para siquiera llegar a la estela del neerlandés).
Sólo un Safety Car oportuno podía juntar a los dos gallos de riña de esta temporada en un final emocionante. Efectivamente, la carrera languideció hasta la Vuelta 47, en la que el McLaren de Ricciardo exhaló su último vagido en el lugar más incómodo posible. Tras una increíble demora, la Dirección de Carrera convocó al Safety Car y quedamos todos con la sensación de que la competencia había terminado.
Para quienes vimos más temprano la definición de la F3, nada nuevo bajo el sol: la Dirección de Carrera se cargó el final dando por finalizada la carrera a pocas vueltas del final, tras decretar razonablemente una Bandera Roja que, pensamos todos en la madrugada argentina, buscaba preservar un final apretadísimo con seis candidatos al título y el puntero del campeonato (Victor Martins, a la postre campeón) sosteniéndose a duras penas en la tercera posición que le garantizaba el título mientras Oliver Bearman acechaba la victoria tras una remontada fantástica. Nada de eso ocurrió, por la decisión de la FIA.
Volviendo a la Carrera: Leclerc hizo lo que pudo con un auto que no puede competir con el que maneja Max. Las tornas se invierten, no obstante, con los pilotos 2: Sainz Jr hizo un carrerón desde el anteúltimo puesto, y sólo esta FIA en modo 'perro del hortelano' le birló la posibilidad de podio ante el siempre pulcro y eficiente George Russell.
Ayer tras la Qualy, Continental Web te contaba que los candidatos a la victoria eran, en ese orden, Verstappen, Leclerc y Russell. Que el resultado del domingo haya confirmado ese podio en ese orden dice mucho sobre lo 'procesional' que fue la 'gara'.
Sin dar tanto espectáculo como Sainz Jr, pero con tenacidad y precisión, Lewis Hamilton se remontó desde la última posición de salida hasta la quinta de llegada, por encima de un Pérez en uno de sus fines de semana más grises: largó décimo tercero, llegó sólo sexto.
Norris hizo lo que pudo con un McLaren que fue demasiado premiado por las sanciones post Clasificación a coches punteros, y salvó un séptimopuesto, delante de un Gasly que ídem y de un Nyck de Vries que debutó con toda la gloria, dándole dos puntitos a Williams y en la vuelta del ganador con el mismo auto con el que Latifi terminó anteúltimo y con vuelta perdida. Y no se puede dejar de valorar en el contexto actual de Alfa Romeo el décimo puesto obtenido por Guanyu Zhou, en una cerrada lucha con Ocon, Schumacher, su compañero Bottas y, hasta que abandonaron, Alonso y Ricciardo, en el segmento más entretenido de la parrilla durante este GP de Italia.
Verstappen gana casi siempre, y cuando no lo hace sabe que igual será campeón del mundo. Leclerc debe sobrellevar la desolación que le produce haberse sentido candidato cuando arrancaba la temporada y haber sido humillado por los errores y fallos de fiabilidad de su propio equipo en los momentos clave de la temporada. El 2022 es cosa juzgada: no vale la pena invertir en mejoras para este año; Ferrari ya debe estar con la cabeza en el auto del año próximo y en el motor de 2026, y es lo más lógico para todos.
Una última acotación sobre la pobre gestión de Dirección de Carrera durante el fin de semana. La FIA debería determinar que cuando faltan menos de, digamos, 8 vueltas de carrera y pasa algo como lo de Ricciardo en la Vuelta 47, hay Bandera Roja automática. No podemos ver más una bandera a cuadros tras un Safety Car. En este sentido, la gestión de Eduardo Freitas y Niels Wittich es mucho peor, en promedio, que la de Michael Masi, tras un comienzo prometedor de Wittich que se desdibujó entre contradicciones y lentitudes.