Debido al cambio climático, desde 2014 se registra una dramática disminución de las reservas mundiales de agua dulce, lo que ya ha provocado toda clase de conflictos y desastres humanitarios en la última década y contribuido a agravar otros problemas económicos, ecológicos y sociales.

Para el año 2100, el agua de mar se infiltrará en los suministros subterráneos de agua dulce en aproximadamente tres de cada cuatro áreas costeras del mundo. Según un estudio del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, esto no solo afectará la potabilidad de algunos acuíferos costeros, sino que también dañará ecosistemas y corrosará infraestructuras. 

Este fenómeno, conocido como intrusión de agua salada, ocurre cuando el agua marina se adentra en los acuíferos debido a la presión del océano, mientras que el agua dulce, recargada por lluvia, fluye hacia el mar. Sin embargo, dos factores climáticos están favoreciendo la intrusión salina: el aumento del nivel del mar, que impulsa el agua salada hacia el interior, y una recarga más lenta de agua dulce en los acuíferos por cambios en las precipitaciones y temperaturas.

El estudio, publicado en Geophysical Research Letters, evaluó más de 60.000 cuencas hidrográficas costeras, mapeando cómo estos factores contribuyen a la intrusión de agua salada. El aumento del nivel del mar, por sí solo, afectará al 82% de las cuencas, mientras que la recarga más lenta impactará al 45%. Zonas como el sudeste asiático y la Península Arábiga son especialmente vulnerables. 

En total, el 77% de las cuencas verá intrusión salina para finales de siglo. Las decisiones de gestión deberán enfocarse en potenciar la recarga de agua subterránea o en mitigar el impacto del aumento del nivel del mar, según las características de cada región, como explicó Kyra Adams, científica del JPL.