“Si querés dar la vuelta, no te quedes con ganas, hay una calesita en el Parque Lezama”, dice una atinada canción de cancha. Pero claro, el Parque les queda un poco lejos a los franceses y entonces lo que hacen es patalear y llorar, inventando excusas reglamentarias que ni siquiera son reales.

De acuerdo al medio deportivo L'Équipe, el gol convertido por Lionel Messi en segundo tiempo del suplementario, no debió ser convalidado porque a 50 metros del arco, había un par de suplentes argentinos pisando el campo de juego antirreglamentariamente.

Es decir, nada que haya influido o entorpecido el juego, ni hecho que el pobre defensor Jules Kounde cayese sobre sus nalgas intentando despejar, infructuosamente, el balón impulsado por el mejor jugador del siglo.

Kounde en realidad, paso buena parte del partido rebotando en sus propias pompas, cada vez que lo encaraba Ángel Di María, que le propinó un baile digno de Jhon Travolta en Fiebre del Sábado por la Noche.

La prensa francesa ya preparaba su manual de excusas antes de la final y por fortuna, está teniendo que utilizarlo ahora. Sin embargo, las mismas no explican el apoteótico desorden, la cantidad de caderas fisuradas, la búsqueda infructuosa del balón en que recayó su equipo durante casi 80 minutos de juego. 

Los malvados argentinos deben haber consiguido inocular litros de alcohol en sus bebidas porque sinceramente, en algún momento del primer período, parecían haber ingerido un par de litros de tinto francés al punto de no saber si estaban en Qatar, en el Cañon del Colorado o en Eurodisney, del peludo que estaban comiendo.

Por último, vale destacar que los especilizados de L'Equipe analizaron la irrelevante cuestión con el reglamento de la Premier League (Liga de Inglaterra) y no con el de la FIFA  que dice otra cosa. Bon voyage mes amis jusqu'à la prochaine danse.