César Milstein, el último Premio Nobel
A 20 años de la muerte del científico argentino.
Argentina tiene cinco Premios Nobel: Carlos Saavedra Lamas ganó el de la Paz en 1936, Bernardo Houssay el de Medicina en el 47, Luis Federico Leloir el de Química en el 70, Adolfo Pérez Esquivel el de la Paz en el 80 y el último fue César Milstein, que fue galardonado en 1984.
Milstein se anticipó a los desafíos de la ciencia de su época y fue partícipe de una revolución biotecnológica.
El padre de César se llamó Lázaro y llegó a la Argentina en 1897 desde su Ucrania natal. Apenas tenía 14 años y fue a trabajar como peón de campo al sur de la provincia de Buenos Aires, a la ciudad de Bahía Blanca.
Su madre, Máxima Vapniarsky era maestra en el barrio Villa Mitre y llegó a ser directora de la Escuela número 3. El matrimonio Milstein tuvo tres hijos: Oscar, César y Ernesto, que fueron a la escuela donde su madre era la mandamás.
César quería ser futbolista y practicaba natación. Cuando era apenas un pre adolescente, una prima más grande visitó a la familia en unas vacaciones y le contó al joven las peripecias de su labor como bioquímica en el Instituto Malbrán. Le puso énfasis a sus relatos de cómo se sacaban el veneno a las serpientes para elaborar un suero y similares aventuras, y César quedó encantado.
Su madre cooperó: para el siguiente cumpleaños le regaló el libro “Los cazadores de Microbios” de Paul Kruiff. “Era como Tarzán, pero más lindo” –lo definió después. La aventura científica estaba empezando a gestarse.
La familia progresó y mandó al hijo mayor a Buenos Aires para estudiar en la UBA Ingeniería Civil. Oscar vivía en una pensión de Avenida de Mayo 965 y allí recibió a César, al que le quedaba completar el quinto año del secundario. Lo hizo como alumno libre. Y se metió en Química.
Por esos días sucedió, políticamente hablando, el día.
El 17 de octubre de 1945. Y César no se mantuvo a un costado.
Participó de una agrupación llamada “Juventudes Libertarias” y fluyó en algo que le gustaba mucho: la discusión. Tenía un carácter enérgico, pero jovial. Su figura se popularizó rápidamente entre sus pares y llegó a ser presidente del Centro de Estudiantes.
En aquellos años conoció al amor de su vida.
Se llamaba Delia y sería su compañera para siempre.
En el 52, obtuvieron la Licenciatura en Química y para festejar se fueron a Europa, continente que recorrieron mayormente “a dedo”. De regreso, César realizó su tesis de Química y consiguió el doctorado con un trabajo que fue premiado por la Sociedad Bioquímica Argentina. Y se ganó una beca del British Council para desempeñar su tarea en la Universidad de Cambridge.
Regresó a la Argentina en 1961 con el posdoctorado en el bolsillo y se incorporó al Instituto Malbrán como jefe de departamento de Biología Molecular. Contó con apoyo e instrumental para instalar un gran laboratorio, pero todo se fue al demonio con la caída del gobierno de Frondizi y la intervención posterior del Malbrán.
Milstein renunció.
César y Celia se fueron a Inglaterra ya las dos semanas él ya estaba trabajando en un destacado laboratorio. Fue en esa época donde la inmunología se convirtió en su principal objetivo.
En el año 75, con el suizo Georges Kohler, creó un híbrido entre una célula cancerígena de ratón y otra que produjo probada. Así nacieron los Monoclonales. Ese éxito le significó el Premio Nobel de Medicina en 1984.
Los monoclonales in vitro fueron su gran hallazgo y ese descubrimiento tuvo varias utilidades, menos las económicas. Milstein y Kohler no eran muy rápidos con las cuestiones de las patentes y algunos vivos patentaron a sus nombres el invento que les habría dado millones de dólares.
Milstein pensó en un método que ayudó a eliminar las células cancerosas sin dañar las sanas. Se probó un programa programado para detectar directamente una célula tumoral y depositar su carga radioactiva.
César y Celia no tuvieron hijos y dedicaron gran parte de su tiempo a la investigación.
Fue hermoso el pedido de casamiento.
Él le preguntó si sabía cocinar y ella dijo que no, que odiaba hacerlo. ¿Y sabés lavar? Sí, eso sí. Bueno, dijo él. Nos casamos. Yo cocino y vos lavas. El matrimonio apareció más de cuarenta años.
Conservaron siempre el hobby de navegar con amigos. Cuando vivían en Cambridge lo hacían en el río Cam.
Otro de los gustos personales de Milstein era practicar alpinismo en Bariloche. Iba con un nutrido grupo de amigos, pero pronto desaparecía creando caminos propios.
El 15 de octubre de 1984, César Milstein se convirtió en el quinto argentino en ganar el Premio Nobel.
También ganó el Konex de brillante.
El 30 de noviembre de 1993, sufrió un infarto agudo de miocardio.
Y el 24 de marzo de 2002 murió en Cambridge producto de un paro cardíaco. Tenía 75 años.
Y la inmortalidad asegurada.