El español se habla más, pero se lee menos
Escritores, editores y autoridades de gobierno que participan en Panamá del VI Congreso Internacional alertaron sobre la caída de los índices de lectura y su impacto en el futuro
"El espíritu crítico, que ha sido el resultado de las ideas contenidas en los libros de papel, podría empobrecerse extraordinariamente si las pantallas acaban por enterrar a los libros", advirtió el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. "Y los más cordiales enemigos de la lectura son la academia y la industria editorial", agregó, sin corrección política, el escritor colombiano William Ospina.
Vargas Llosa y Ospina son dos de las muchas voces que, aunque celebraron el dinamismo, la riqueza y la pujanza de la lengua, alertaron sobre los riesgos que enfrenta la lectura, especialmente en el mundo hispanohablante, en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, que concluirá mañana en esta capital.
En la reunión, de la que participan delegaciones de los 22 países y territorios que tienen como lengua oficial el español y también de territorios donde el idioma impone su presencia, como Estados Unidos, también se señaló la responsabilidad que los gobiernos tienen en la promoción de la lectura.
"Leer es un placer y eso es lo que hay que transmitir", sintetizó Ospina, en sintonía con el parecer de muchos expertos aquí que consideran importante despojar al fomento de la lectura de la carga utilitaria que ha conllevado hasta ahora. De hecho, Panamá presentó los resultados de un nuevo sistema de lectura cuya pedagogía se basa en los relatos que redactan los propios estudiantes.
La preocupación tiene su sustento en investigaciones sobre cuánto se lee en el mundo hispanohablante. Para dar una idea del problema, alcanza con proporcionar la siguiente cifra: en América latina cada habitante lee entre dos y cinco libros por año -según el país-, mientras que en España son 10, aunque ese guarismo es bajo si se compara con países vecinos europeos.
Con el lema "El español en el libro: del Atlántico al mar del Sur", el congreso de la lengua (que en 2004 se realizó en Rosario) no soslaya la incertidumbre que generan en el mundo editorial los nuevos soportes digitales. "Estoy convencido de que la literatura que se escribiera exclusivamente para las pantallas sería una literatura más superficial, de puro entretenimiento y conformista", expresó Vargas Llosa. Y añadió: "Creo que es muy difícil profetizar qué cosa va a ocurrir, si el libro digital va a anular enteramente el libro de papel, si va a haber finalmente una legalidad respecto al libro digital y a la cultura digital, sobre eso no sabemos todavía nada, sobre eso hay una gran incertidumbre''. Por lo pronto, en el mercado, la oferta de títulos digitales se duplicó en América latina: pasó de 8,6% a 16,9%.
El congreso, inaugurado anteayer por el presidente panameño, Ricardo Martinelli; el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y el propio Vargas Llosa, también tuvo como eje la cuestión de los derechos de autor. En ese sentido, el director de la Real Academia Española de la Lengua, José Manuel Blecua, advirtió que "se pueden robar por Internet 200.000 títulos de libros" en ese idioma.
Al hablar ayer en la mesa redonda sobre "El libro entre la creación y la comunicación", el escritor chileno Antonio Skármeta consideró que las nuevas herramientas crean aproximaciones al hecho literario, pero "no alteran la imponente presencia del libro, con la autoridad de su prestigio, los atributos de su diagramación, tipografía, textura de papel, diseño de portada, vinculación con la academia y la prensa".
Los debates y reflexiones sobre el libro y la lengua seguirán hoy. Una escueta delegación argentina está integrada, entre otros, por el presidente de la Academia Argentina de Letras, José Luis Moure; el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González; los escritores Abel Posse y Guillermo Martínez, y el dibujante Miguel Repiso, Rep.
Agencias DPA y EFE