La Historia es una ciencia que permanentemente está revisando sus datos. Durante el Renacimiento (que fue ante todo un rescate de la cultura grecolatina), los escultores copiaron la estética de las estatuas de griegos y romanos. Sin embargo, no tenían manera de adivinar que todas las estatuas de la Antigüedad clásica eran pintadas y hasta vestidas, algo que la tecnología de las últimas décadas permitió descubrir y reconstruir.

Ahora, una investigación publicada en el Oxford Journal of Archaeology ha descubierto que las esculturas greco-romanas eran perfumadas. La arqueóloga Cecilie Brøns, a través de textos clásicos y hallazgos arqueológicos, demuestra que las esculturas no solo eran visualmente ricas, sino también olfativamente. 

Textos de Cicerón y Calímaco mencionan el uso de perfumes en estatuas. En Delos, se encontraron talleres de perfumes y registros de fragancias utilizadas en rituales para las estatuas de Artemisa y Hera. Técnicas como la ganosis, con ceras y aceites, y el uso de flores, añadían dimensiones olfativas. 

Restos de cera de abejas en la estatua de Berenice II sugieren que fue perfumada. El estudio concluye que el arte clásico era una experiencia multisensorial, donde los perfumes desempeñaban un papel simbólico y religioso.