El filósofo alemán Walter Benjamin, uno de los grandes teóricos de la modernidad, murió en la noche del 26 al 27 de septiembre de 1940 en una modesta fonda de la localidad de Port Bou, próxima a la frontera de España con Francia, exactamente 70 años atrás, dejando a su muerte un misterio aún por resolver.

El pensador, crítico literario y traductor de origen judío y nacido en Berlín, falleció esa noche por una sobredosis de morfina, en lo que según algunas voces fue un suicidio ante el acoso de los nazis o, según una teoría más reciente, un asesinato por agentes de Stalin.

Sin embargo, para el doctor español Pedro Gorgot, que certificó entonces su muerte, se trató de una "hemorragia cerebral".

El hombre, de 48 años, que soñaba con una cultura europea universal, más justa y humana, alejada de los autoritarismos y el consumismo, expiró en esa modesta pensión con mínimas posesiones. Una maleta de piel, un reloj de oro, una pipa, un pasaporte expedido en Marsella (Francia) por el American Foreign Service, seis fotografías tamaño de carné, una radiografía, unas gafas, varias revistas, diversas cartas, unos cuantos papeles y algo de dinero: éstas eran sus pertenencias, según la documentación del juez que firmó su muerte.

Ese dinero sirvió para pagar el entierro en el nicho 563 de la zona católica del cementerio de Port Bou (en la provincia española de Girona), así como la factura del "Hotel Francia", según la documentación reunida por David Mauas en su documental "Who killed Walter Benjamin", rodado en esa localidad española.

Amigo de Bertold Brecht y Theodor Adorno, así como colaborador de la Escuela de Fráncfort, la figura del pensador berlinés que intentó fusionar el marxismo y el judaísmo permaneció casi oculta para el común de los mortales hasta su recuperación en 1994.

Fue entonces cuando el artista judío Dani Karavan reactivó la figura del pensador al instalar en Port Bou su escultura "Pasajes" en homenaje a Benjamin; "unas escaleras que van a dar al mar y hablan de horizontes y viajes", en definición del autor.

Benjamin se convertía en un símbolo de los miles de alemanes, judíos o no, que en 1933 tuvieron que marchar al exilio ante la presión del nacionalsocialismo.

Este fin de semana diversos actos en Alemania y un coloquio internacional en Port Bou conmemorarán la desaparición de Benjamin.