La organización ambientalista Greenpeace denunció en un informe que, en base a los datos de mediciones de la calidad de agua realizados por ACUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo), las aguas del Riachuelo mantienen los mismos niveles de contaminación que tenía 5 años atrás, cuando comenzaron las gestiones de saneamiento en la Cuenca.

"Los resultados evidencian que no existe una evolución positiva en la calidad del agua y que los niveles de toxicidad siguen siendo muy altos", indica el informe.

“El Riachuelo es un río muerto; un río sin oxígeno o con niveles muy bajos, como señalan los resultados de los monitoreos realizados, es un río altamente contaminado y que no permite el desarrollo de la vida acuática. Durante los 5 años de mediciones, los niveles marcan una contaminación alta y media a lo largo de casi toda la Cuenca”, declaró Lorena Pujó, coordinadora de la campaña Riachuelo de Greenpeace.
“Es necesario que las autoridades redefinan los objetivos de recomposición de la Cuenca, modifiquen las políticas de control industrial, y pongan en marcha un plan de saneamiento integral que apunte al cese total de los vertidos, como lo dispuso la Corte Suprema de Justicia de la Nación tras el fallo histórico del año 2008”, explicó la ambientalista.

El informe de Greenpeace que analiza los resultados realizados por la misma Acumar en 45 puntos de la cuenca desde el 2008 hasta la fecha, sostiene además que si las técnicas utilizas para la medición de algunos tóxicos estuvieran empleadas correctamente, los datos de la contaminación serían aun peores. Las mediciones confirman que los cursos superficiales presentan altos niveles de concentración de diferentes contaminantes. continúa el comunicado.

En base a estos datos, Greenpeace elaboró indicadores de contaminación industrial que demuestran que la Cuenca presenta un estado de contaminación industrial medio a alto en prácticamente toda su área, y que si bien en los diferentes monitoreos algunos sitios presentan mejoras, esta situación se revierte posteriormente.

“La ausencia de una tendencia de mejora de la calidad del agua es el reflejo de las deficiencias de la normativa vigente, tanto de los estándares poco ambiciosos para medir la calidad de agua, como así también de los límites establecidos para las descargas de sustancias tóxicas y peligrosas que realizan las industrias en el Riachuelo. Es más, con tan bajos estándares, si todas las empresas hoy cumplieran las exigencias de ACUMAR, el Riachuelo aún seguiría contaminado”, señaló Pujó.