Cristina es un río caudaloso
En la provincia de Río Negro ganó el kirchnerismo con el 50% de los votos. Pero también perdió el kirchnerismo con algo mas del 35% de los votos.
En la provincia de Río Negro ganó el kirchnerismo con el 50% de los votos. Pero también perdió el kirchnerismo con algo mas del 35% de los votos. Este resultado que suena insólito y medio inexplicable sirve para comprender el momento luminoso que está transitando Cristina Fernández de Kirchner. Hoy tiene un poder impresionante. Como nunca antes desde que recuperamos al democracia en 1983.
No solamente porque todo indica que va a ser reelecta con mas del 50 % de los votos.
También porque va a lograr algo histórico: un tercer gobierno peronista consecutivo y además con el sello de su apellido. Ni Perón ni Menem lo consiguieron. También gobernará con un Congreso de la Nación seguramente mayoritario y con una justicia que por presiones o por propia convicción mira con mucha simpatía la camiseta kirchnerista. Si a esto le agregamos que tanto la CGT de Hugo Moyano como una parte de la CTA de Hugo Yasky y la Unión Industrial Argentina de José Ignacio de Mendiguren son oficialistas, llegamos a la conclusión de que vamos hacia cuatro años de fuerte hegemonía que ojalá no potencien ni el autoritarismo ni la soberbia de los que se quedan con casi todo. Pero aclaremos primero los tantos de la actualidad para los que están medio distraídos. Carlos Soria, el gobernador electo de Rio Negro con la mitad de los sufragios es peronista de toda la vida y kirchnerista de última hora.
Y César Barbeito, quien perdió con algo mas del 35% de los votos es radical de toda la vida y kirchnerista desde que en el 2007 Julio Cobos se sumó a la fórmula con Cristina en ese proyecto fracasado llamado Concertación Plural. Soria y Barbeito defendieron el liderazgo de Cristina. Juntos superan el 85% de los votos. Es abrumador el huracán Cristina. No hay con que darle en un momento de gran crecimiento económico y de una larga primavera de consumo. Le doy algunos datos para certificarlo: entre el 2003 y el 2011 Argentina acumuló un crecimiento del 84% de su PBI. La tasa de desempleo pasó del 25% en mayo del 2002 al 7,3 en la actualidad. La industria creció en un 200% en el mismo período. El precio de la soja se triplicó. La potencia de esa locomotora productiva es la que produce un grado de adhesión a los oficialismos que es muy difícil de derrotar. A todos los oficialismos. Al de Binner en Santa Fe, al de Macri en Capital pero, sobre todo, al de Cristina a nivel nacional y en la mayoría de las provincias.
El mapa electoral después del 23 de octubre va a quedar teñido casi en su totalidad por los colores de Cristina. Salvo Corrientes, San Luis, las nombradas Capital y Santa Fe y un poco Tierra del Fuego casi no habrá territorio que no sea gobernado por el kirchnerismo. Hay una chance para el radicalismo en Mendoza pero no es fácil. Otra en Entre Ríos pero es mas difícil todavía. Hay un clima de época que hace que alrededor de 11 millones de argentinos valoren la gestión de Cristina sobre todo porque la conciencia colectiva la compara contra el infierno del 2001.
Está instalado que grandes sectores de la población minimizan o ignoran otros datos que hablan mal de este proyecto que va rumbo a los 12 años en el poder. Me refiero a la corrupción de estado, a la mentira del INDEC, a la inseguridad, al autoritarismo y a la pobreza que sigue siendo similar a la de los noventa y a la inequidad social que sigue siendo brutal porque el 10% mas rico de los argentinos tiene ingresos 35 veces superior al del 10% mas pobre.
Rio Negro demostró ayer otros conceptos interesantes. Primero: para ser kirchnerista la gente empieza a elegir a los peronistas porque los ve mas auténticos que los radicales que diluyen su identidad y quedan a medio camino. Ayer perdieron en la provincia que gobernaron los últimos 28 años. Y segundo: no importa si son kirchneristas puros.
De hecho según Horacio Verbitsky, el gobernador electo, Soria, es lo peor de la decada de Menem y Duhalde, fue el jefe de la inteligencia que espió y persiguió al matrimonio Kirchner y estuvo compartiendo la mesa con el nazi Erich Priebke. Carlos Soria, con ese prontuario convive bajo el mismo poncho de Cristina con Hebe Bonafini, por ejemplo. Por ahora, nadie se hunde. Todos navegan en ese rio caudaloso llamado Cristina.