JOHANNESBURGO, Sudáfrica.- Segundo día de octavos de final del Mundial y llegó la hora del partido que enfrentaba a Argentina y México. La verdad era un encuentro que no me hubiera gustado que se diera ya que vivo con colegas mexicanos y no queríamos que alguno de los dos equipos quedara eliminado tan rápido, pero bueno, es lo que tocó.

Después de nuestra odisea en el regreso de Rustenburg a Johannesburgo, donde nos tocó pasar por rutas en las cuales no se veía absolutamente nada más que sabanas y árboles, volvimos a la civilización para asistir a este esperado partido.

Las afueras del Soccer City desde muy temprano ya estaban invadidas de hinchas, en su mayoría argentinos y uno que otro mexicano. La verdad me llamó mucho la atención porque esperaba ver más fanáticos manitos, pero afortunadamente por el bien de la fiesta futbolera, los seguidores aztecas empezaron a aparecer cada vez que se acercaba la hora del juego.

Junto con un colega, nos fuimos al Fan Fest que se organiza al lado del estadio, para tomar las fotos de cada día y la verdad se pasó muy bien. Cientos de hinchas albicelestes se habían juntado para cantar y saltar como nos tienen acostumbrados, pero esta vez, los cantos eran más fuertes hacia su selección. Seguramente eso es lo que quieren, que los dirigidos por Maradona jueguen con tal intensidad que le pasen por encima a México sin dejarlos hacer nada.

Pero como esto es fiesta de dos países, los mexicanos, famosos por sus buenas fiestas, canciones y vestimentas, no se quedaron atrás y con sus “porras” también alentaban al Tri.

Lo mejor de todo era ver a seguidores de ambas selecciones, tomándose fotos unos con otros, compartiendo esto tan lindo que es la fiesta del fútbol, porque está muy claro que un Mundial no es sólo partidos y ya. Una cita orbital sirve para conocer gente de diferentes culturas y compartir sentimientos y pasiones.

Cuando faltaba menos de media hora para el inicio del juego, ya casi toda la gente había ingresado al imponente Soccer City y las afueras quedaban en silencio. Pero la fiesta y el ruido lo único que cambiaron fue de escenario, porque ahora se habían trasladado a las tribunas.

Adentro de la “calabaza”, como se le conoce al estadio. Los grupos de hinchas de México y Argentina se diferenciaban fácilmente gracias a sus banderas y a los colores. El celeste y blanco y el verde, blanco y rojo; estaban en todos los rincones. Aunque por una leve mayoría se veían más argentinos.

Lo importante fue que durante todo el juego tanto gauchos como manitos, nunca dejaron de saltar y cantar, y eso hizo que el ambiente y la fiesta fuera digna de presenciar.

Al final un equipo celebró, pero todos los que estuvimos en el encuentro Argentina-México también tuvimos porque estar contentos gracias a ambas hinchadas…

Por Daniel Dionisi