El papa Francisco se pronunció recientemente sobre la posibilidad de realizar un viaje a Argentina, señalando que aún hay aspectos que deben resolverse antes de concretar su visita. Durante una rueda de prensa en el avión de regreso de su gira por Asia y Oceanía, el Papa expresó su deseo de visitar su país natal, aunque aclaró que la decisión aún no está tomada. "Lo de Argentina es algo que no está decidido. Yo querría ir. Es mi pueblo, pero no está decidido. Hay varias cosas que resolver antes", afirmó.

En cuanto a otros destinos, el pontífice mencionó que está considerando un viaje a Canarias, España, en respuesta a la crisis migratoria que afecta a las islas. Esta visita podría ser una manera de manifestar su apoyo tanto a los gobernantes como a la población local. Se ha especulado que la visita a Canarias podría ser una escala en un eventual viaje a Argentina, aunque las informaciones sugieren que podría tratarse de un viaje separado.

Francisco había manifestado a principios de año que tras su programado viaje a Asia, tenía la intención de visitar Argentina, país al que no regresa desde su elección como Papa en 2013. En una entrevista con un programa televisivo italiano, el Papa también abordó la situación difícil que atraviesa Argentina, diciendo: "Sí me preocupa porque la gente está sufriendo mucho allí, es un momento difícil del país y se está planeando la posibilidad de hacer un viaje en la segunda mitad del año".

Por otro lado, el Papa confirmó que no asistirá a la inauguración de la catedral de Notre Dame en París, la cual ha sido renovada tras el incendio de 2019. Francisco también expresó su deseo de viajar a China, describiendo ese país como una "ilusión" y una "promesa" para la Iglesia. "China es una promesa y una esperanza para la Iglesia", comentó, destacando su admiración por la cultura milenaria china y su capacidad de diálogo.

Asimismo, el Papa se mostró satisfecho con el acuerdo firmado entre el Vaticano y las autoridades chinas en 2018, que ha sido renovado en dos ocasiones, y que regula el nombramiento de obispos, una práctica que antes estaba bajo el control exclusivo del gobierno de Pekín. Este acuerdo busca propiciar un ambiente de buena voluntad en las relaciones entre la Iglesia y el Estado en China.