Moneda en el aire en Alemania
La única certeza de las elecciones de Alemania fue el comienzo de un período de incertidumbre tras la era Merkel
Misión cumplida. Angela Merkel vuelve a casa, tiempo completo, después de 16 años como canciller de Alemania. ¿Cuándo? Esa es la cuestión. El ajustado resultado de las elecciones de su país deja la moneda en el aire. La ciudadanía les hizo saber a los partidos políticos que no quieren el gobierno de uno de ellos, sino el de una de coalición. La deberá definir el Bundestag (Parlamento federal), ahora con 735 miembros, antes con 709, entre el socialdemócrata Olaf Scholz, vicecanciller desde 2018 y ministro de Finanzas, y el conservador Armin Laschet, gobernador de Renania del Norte-Westfalia.
El cargo de canciller no se elige en forma directa, más allá de que Scholz haya obtenido una ventaja ínfima. Tanto uno como el otro se proponen formar gobierno. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, no puede otorgarle mandato a ninguna de las fuerzas en pugna, el Partido Socialdemócrata (SPD) o la Unión Demócrata Cristiana (CDU), hasta que terminen las negociaciones en el Bundestag. Final abierto, entonces, con una única evidencia: la incertidumbre para Alemania y para Europa. Emmanuel Macron, presidente de Francia y eventual sucesor de Merkel en el liderazgo del bloque, deberá vérselas con su propio electorado en abril de 2022.
Pesa la mochila de Merkel. Mucho. La ligera diferencia de Scholz no le garantiza el apoyo de los Verdes y del Partido Democrático Libre (FDP). De no haber acuerdo, Merkel podría pronunciar el discurso de Navidad. Puede haber una coalición de semáforo (roja, amarilla y verde), una de Jamaica (negra, amarilla y verde) u otras de diferentes colores. Hasta una que incluya a socialdemócratas y conservadores. Una alianza incómoda. La fragmentación de los partidos, signo de la uberización de la política, no está fuera del radar. La proeza de los socialdemócratas de Willy Brandt empaña el mínimo histórico de los democristianos de Konrad Adenauer, pero no les alcanza.
Los socialdemócratas de Scholz sienten que el resultado, por exiguo que haya sido, les da legitimidad para tomar las riendas del gobierno por primera vez desde 2005. En aquel momento, el canciller Gerhard Schröder perdió por apenas ocho décimas frente a una candidata timorata, hija de un pastor protestante, doctora en física, que, después de divorciarse, conservó el apellido de su primer marido. Su pareja desde 1998, Joachim Sauer, químico y catedrático de Fisicoquímica en la Universidad Humboldt de Berlín, no acudió al Reichstag (sede del Parlamento) para la investidura. Optó por ser invisible como Bruce Willis en la película El sexto sentido.
Durante su extenso gobierno, la primera mujer canciller de la mayor economía del continente batalló con crisis de la envergadura del colapso de la zona euro, el terrorismo, el aumento de la inmigración, el Brexit y, cual posdata, el agresivo gobierno de Donald Trump. Su salida no crea un vacío, sino “un agujero en el corazón de Europa«, según Giovanni Orsina, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Luiss Guido Carli, de Roma. Un problema de liderazgo en momentos de tensión, no aplacados por Joe Biden, con China y Rusia mientras persiste el yugo de la pandemia. Elecciones inconclusas implican incertidumbre.
Ninguna de las dos fuerzas principales obtuvo más del 30 por ciento de los votos. El socialdemócrata Scholz pide a los democristianos de Merkel que pasen a la oposición, pero Laschet insiste en no deponer las armas a pesar de haber cosechado el peor resultado de la historia para los suyos. Los Verdes, tercera fuerza, se inclinan tradicionalmente por los socialdemócratas y los Demócratas Libres por los democristianos. En 12 de sus 16 años de gobierno, Merkel convivió con los socialdemócratas. Ni unos ni los otros parecen estar ahora por la labor.
En el Bundestag, a diferencia de otros países, todos los partidos pueden participar de las llamadas conversaciones exploratorias para alcanzar acuerdos. Si en las dos primeras votaciones una coalición no consigue la mayoría absoluta, en la tercera basta con la mayoría simple. Un acuerdo tripartito, habitual en los parlamentos regionales, no se ve en el gobierno federal desde la década del cincuenta. La ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) perdió fuelle, pero resultó ser la más votada en Sajonia y Turingia. Un llamado de atención mientras Scholz, el más merkeliano de los socialdemócratas, y Laschet, el favorito de Merkel, se disputan la mochila más pesada de Europa.
Jorge Elías
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