Sigue escalando el conflicto por la intención de la FIA  de Mohammed ben Sulayem de sancionar a los pilotos que “insulten como raperos” en las radios de carrera de la F1. Max Verstappen fue condenado a realizar tareas comunitarias y se puso hecho una furia: contestó con monosílabos en las conferencias de prensa oficiales del fin de semana en Singapur y armó charlas paralelas con los periodistas, en las que se explayó a gusto.

Max Verstappen ponderó el apoyo privado recibido de parte de sus colegas en el grupo de WhatsApp de la GPDA (la Asociación de Pilotos de Grandes Premios) y reveló la incrédula y burlona sorpresa de los pilotos por la gravedad de la sanción. 

El presidente de la Asociación de Pilotos, Alex Wurz, consideró que la medida tomada fue “desproporcionada” para la falta. Y sacó a colación su propia experiencia como piloto, en la que sus expresiones en radio fueron transmitidas sin repercusiones por los medios. El expiloto austríaco, prócer de las carreras de resistencia, corrió en la máxima hasta finales de la primera década de este siglo.

Wurz, una de las voces más respetadas por los pilotos de F1, enfatizó la importancia de abordar estos temas de manera interna en la GPDA, con el objetivo de evitar la exposición mediática. Y expresó su deseo de que el incidente se resolviera de manera privada y sin la intervención de la prensa.